El VIAJE DE RIDDHI

2016

Finaliza 2016. Un año intenso, dramático e ilusionante.

Un año en que hemos presenciado el proceso de masacre colectiva de la sociedad civil siria, mayoritariamente abandonada a su suerte por la labor manipuladora de países, instituciones internacionales y medios de información.

Un año en que la consciencia social de nuestro país no ha podido mirarse a la cara.

Un año en que el ciudadano, la sociedad y los medios de comunicación han confirmado su idolatría a internet; y a este medio virtual -devorador/mercader de nuestra intimidad-, hemos trasladado nuestra sociabilidad: nuestra cultura, nuestros debates, nuestra indignación, nuestro esparcimiento.

Un año plagado de insultos virtuales -de la “invasión de los necios”, como advertía Umberto Eco-. Un año donde la falta de respeto a la dignidad inherente a nuestra condición humana ha sido tildada eufemísticamente por sus autores como “humor negro”. Año de apabullante información fluyendo en las redes, impidiéndonos comunicarnos como personas y confirmando que se puede censurar por saturación de datos.

Un año de tristeza e impotencia ante la violencia ciega y la justicia prostituida.

Un año en el que para muchos la inocencia humana acaba yaciendo casi muerta. NAVIDAD: sólo en los niños -la eterna esperanza de la Humanidad-, se alberga el germen de esta posible utopía de pacífica convivencia entre todos los pueblos y credos del planeta. Pero la Infancia también resulta ultrajada por el ansia devorador del dios “Consumo” que todo intoxica. Así se incita y tolera el arrebatar a los niños su tiempo libre, su periodo de inocente niñez, cargándoles como a individuos adultos de obligaciones y deberes; muchas veces, buscando con ello que la responsabilidad de su cuidado no recaiga ni afecte a nuestras agendas.

Por eso este breve video de algo más de un minuto. Es una felicitación navideña dedicada especialmente a los niños en Siria, que representan en carne viva la motivación extrema de la NAVIDAD: el sentir comunal que nos hace comprender -en y desde el corazón- que todos los seres humanos somos nosotros, independientemente de nuestros credos, lenguas o apariencias.

Algún día la inocencia de los niños volverá a ser la luz que guíe al mundo y a estas fiestas Algún día, gracias a la implicación voluntaria y honesta de todos, este deseo común que albergamos desde hace milenios se hará realidad en la Tierra. Por eso debemos unirnos. Por eso nos necesitamos.

Feliz Navidad.

Categorías: El poder del Corazón Puro, Consciencia, Humanidad, Muerte, Paz, Vida

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