4 Sólo existe el Presente

La única realidad con valor es el presente. El punto en que el tiempo y el espacio se encuentra como realidad es justo ahora, en cada instante presente. De hecho, el pasado y el futuro son en los hechos recreaciones mentales que hacemos, justamente, en el único momento realmente existente: el presente. Por supuesto existe una escala de tiempo que hace posible nuestra vida en sociedad, pero a nivel individual, como experiencia, lo único real y manifiesto sucede siempre en el instante presente. No es sólo un concepto ni una reflexión sino una realidad que hay que abordar desde sus distintos frentes, para poder vencer así tantos años de condicionamiento sobre la verdad de las cosas.

Si conseguimos vivir con plenitud en el presente, momento a momento, cada vez más livianos de pensamientos, comenzaremos a recuperar una sabiduría que creíamos perdida. De esta sabiduría habla también Yukti:

“Se trata más bien de una sabiduría intuitiva que se da, viva, completa y libre en la realidad de cada momento, y que comprendemos cuando somos capaces de relajarnos y abrirnos confiados a ella. Independientemente de los conocimientos que hayamos adquirido en nuestras vidas, esta sabiduría se nos desvela a cada uno de una sola forma: amando honestamente las luces y sombras que surjan de nuestra experiencia íntima y directa de ser, de existir”.

“Lo he querido señalar con todo esto es que la mente tiende por naturaleza a prejuzgar nuestras vidas a cada instante, consiguiendo así aislarnos del presente, al menos en apariencia. Es decir, consigue separarnos mentalmente de la vida, que sólo sucede en el constante fluir del ahora, siempre en movimiento. Por eso, al intentar comprender o controlar nuestra existencia con la mente, acabamos perdiendo el contacto directo con la vida manifiesta tal cual es: completa, plena, íntegra, sin objeto ni sujeto, viva… En definitiva, la mente no es el conductor de nuestra vida ni de quien somos, como consigue hacernos creer.

Sattva, uno de los personajes que más influirá en la vida de Riddhi, le anima a jugar a estar presente.

“¿Aún sigues enredado en tus pensamientos? ¿Has olvidado ser como un niño, Riddhi? -se rió-. ¡Vamos! Olvida al adulto por un rato y juega. Deja de prestar tanta atención a tu mente y permítete simplemente sentir… Haz como yo: comienza fijando tu atención en tu respiración; es la manera más sencilla y efectiva de anclarte en el presente. Hazlo, por favor. Pon tu atención en observar tu respiración.  No la alteres. Sólo obsérvala suceder”.

Namasté también da un valor esencial a la realidad del presente

 “Se trata de vivir en plenitud y sin esfuerzos en la ordinaria espontaneidad de cada momento, simplemente, como hacen de forma innata el resto de las especies. Permitirnos vivir en la inmediatez plena de la vida, confiados en ella, sin establecer ninguna separación ilusoria por medio de los pensamientos. Vivir aceptando incondicionalmente la vida tal cual nos sucede; no con resignación, sino con absoluta confianza en que el Amor teje toda la trama de luces y sombras que hayamos de experimentar en nuestro camino, que es el camino al Amor… El ilusorio camino del Amor al Amor”.

Este es un tema crucial y que se encuentra permanentemente presente, directa o indirectamente. Vivir en el presente es lo más simple y natural; de hecho, es como viven de forma inconsciente el resto de las especies. Nuestra inteligencia y capacidad de pensamiento nos ha hecho mucho bien pero, como suele ocurrir en la vida, también nos ha cobrado un duro peaje por ello: alejarnos de la sabia viveza del presente.