Roman Polanski nos ha regalado, a sus noventa y un años, una auténtica obra maestra. Una de esas películas que, como los mejores vinos, mejoran con el tiempo. Y lo mejor: con un toque de provocación que desafía a los críticos y a la sociedad de su época. Algunos, como los de FilmAffinity, califican The Palace como «la mayor debacle final de carrera de un grande del cine» o «imposible imaginar una película más fea, vulgar y decadente». ¿No le parece interesante? Tras leer 16 críticas profesionales negativas de 18, decidí darle una oportunidad.
The Palace es, sin duda, una obra maestra. Libre, cínica, divertida, y caóticamente milimetrada. Posee la puesta en escena y la riqueza de matices de El Guateque, de Blake Edwards, y mantiene un ritmo constante de personajes y sucesos, cada uno más estrambótico que el anterior. Cuenta, como se suele decir, con un elenco de actores consagrados, como Mickey Rourke o John Cleese, acompañado por una exquisita fotografía a cargo de Pawel Edelman.
Le invito a conocerla como hice yo. Decidí darle una oportunidad a pesar de las críticas negativas en FilmAffinity, con la idea de que siempre podía parar si no me convencía. Con ese espíritu, comencé a verla.
No revelaré ni una pizca del argumento. Sin embargo, le invito a abrirse a la experiencia de una película magistralmente dirigida, como no podía ser de otra forma viniendo de Polanski. Se adentrará en algo similar a El Resplandor, pero con un hotel repleto de empleados y clientes. El director del hotel es el eje de este frenético relato, rodeado de personajes tragicómicos que, como en toda buena comedia, exhiben sin filtro sus deseos y miserias, todo dentro del marco de una clase social que piensa honestamente que el dinero compra todo.
Es cierto, como apunta uno de esos críticos profesionales, que la película refleja una visión de la vieja escuela, completamente ajena a la corrección política y las sensibilidades actuales. Por eso, creo que The Palace, como las grandes películas que no se amoldaron a su tiempo, será revalorizada con los años, y recibirá el reconocimiento que merece como gran obra, si no como una obra maestra.
Se la aconsejo. Véala y júzguela usted mismo.