Ai Weiwei nos muestra en este documental global el tabú de la migración humana. Tabú, como todos los tabúes, por decisión de la humanidad, de nuestra hipocresía cultural; de aquello que englobamos en conceptos para no reconocer que lo tememos; de aquello que no queremos esté presente en el paisaje de nuestra vida. Y esto sucede, como expone el documental, en Sáhara, Gaza, Myanmar, Usa/Mexico, Europa mediterranea, etc.
El instinto de la migración es inherente a la naturaleza humana. Como nos demuestra la realidad de nuestra existencia, vivimos en un único planeta y conformarmos una única especie. Compartimos también el impulso natural de vivir en paz y dignidad, y en general, casi todas las virtudes y carencias que pueda experimentar cualquier ser humano en cualquier lugar de la Tierra.
A pesar de su palmarés, «Marea humana» ha recibido ciertas críticas mediocres; en gran medida, porque nos falta humildad y honestidad para asumir las bajezas de nuestros países desarrollados. Nos cuesta asumir que el creciente deseo de establecer muros y controles cada vez más imponentes en las fronteras de los paises, refleja, en lo personal, un creciente sentimiento de inseguridad ante la ausencia de dignidad y empatía humana.
La migración no es un proceso puntual ni focalizado en España, Europa, América o el lugar donde nos encontremos. La migración es un proceso inherente a nuestra naturaleza e historia como especie. Y posiblemente, en estos tiempos que atravesamos, se haga cada día más presente. Algún día incluso, será capaz de demoler la más fuerte y peor de las barreras: el miedo a lo desconocido, a las diferencias. Ese día quizás, en ese instante, redescubriremos aquello que nos une y conforma el tesoro y legado de nuestra especie: conteniendo el odio, la barbarie y la muerte se halla El Amor.