La escritora y periodista Elizabeth Gilbert realiza un breve recorrido a lo largo de la historia de la humanidad, centrado en la explicación que han dado las distintas civilizaciones sobre el proceso de la creación artística. La idea esencial es: «asumir que un ser humano es el origen de su creatividad conlleva toda una carga de ansiedad y frustración, amén de vanidad y orgullo»; mientras que, como se creía en la antigüedad, creer que el ser humano es una mera «caña» que canaliza la capacidad creativa de los «genios» y «musas» que les inspiran, libera al creativo de la gran carga psicológica y emocional de exigirse como autor, consiguiendo además realizar una obra al máximo de su capacidad ejecutora.
Su interesante y divertida charla guarda relación con la vía de la no dualidad, en el sentido de que un ser humano es tocado para reflejar mediante su trabajo un contenido que paradójicamente no está contenido en él y del que él es simplemente medio.