Estamos en tierra de nadie: lo teníamos todo controlado y funcionando en armonía y de repente nos cae encima una bomba atómica que hace añicos nuestro mundo. No sabemos ni dónde estamos ni qué va a pasar.
Entonces nos reconstruimos, volvemos a la tierra firme de nuestro concepto acerca de nosotros mismos todo lo rápido que podemos.
Trungpa Rinpoche solía llamar a esto «nostalgia del samsara».
No es patrimonio exclusivo de la llamada clase política esta preferencia por verdades sucedáneas en vez de asumir la verdad desnuda de los hechos, extendiéndose a todos los estratos de una sociedad que no sólo las alimenta en su comportamiento sino que llegado el momento las refrenda en los hechos… De todos es sabido que existe corrupción y favoritismo, pero se asume y aceptan como elementos indispensables o en todo caso inevitables de la vida en sociedad. También se valida por medio de verdades sucedáneas el hecho de que los poderosos y los menos débiles se aprovechen de las circunstancias adversas de los más débiles.
Aunque esta realidad de doble moral siempre ha estado presente, se ha convertido en gran medida en máxima generalizada a raíz de una deliberada sublimación de la individualidad y de una visión existencial centrada y materializada en el consumo de servicios y la adquisición de objetos. Consumimos marcas que definan nuestro estatus, pero al hacer esto –planteándolo desde el prisma de la realidad desnuda-, pagamos un alto precio por publicitarlas de forma gratuita; publicitamos marcas que definan en su rol nuestra personalidad… Frente a la riqueza real del que sabe apreciar el valor de los objetos, existe una inmensa mayoría que adquiere objetos caros para consolidar su identidad y su rol social.
Otra tendencia que señala una integración en la modernidad, es estar a la última respecto a los artilugios multimedia que nos brinda el desarrollo tecnológico; ésa es la visión de la verdad sucedánea. La verdad desnuda es que el desarrollo de la técnica sí ha acertado al mejorar de forma increíble nuestras condiciones de vida como suma de individuos y como sociedades, pero sin embargo ha dejado a un lado al ser humano como persona.
El ejemplo de esta realidad lo tenemos en la experiencia de Susan Maushart, quien durante medio año desconectó a su familia de todo aparato electrónico –ni tele, ni ipod, ni móviles, ni juegos de video-. Según sus palabras, en aquel entonces sus hijos, adolescentes, no usaban estos medios de comunicación sino que “vivían en ellos”. Su vida real se había convertido en una excusa para actualizar constantemente su perfil en las redes virtuales.
Cuando observamos a la naturaleza (incluyendo en ella a nuestro cuerpo) comprobamos que a pesar de existir una diversidad de formas y organismos, todos cooperan en un fin común que es perpetuar la vida, conformándose de manera natural un entramado armónico de relaciones de interdependencia. De igual modo, ya sea de una relación entre dos personas o de relaciones internacionales por un proyecto común, lo ideal –entendido “ideal” como acorde a la ley natural que nos muestra la existencia- sería respetar la identidad propia de cada país, de cada individuo, de cada ser, de cada especie, de cada organismo, de cada elemento.
Podemos mantener nuestra unicidad sin que esto signifique que nos alejemos o no nos sintamos partícipes ni integrados en los cambios que como colectivo nos afecten. Globalizar no tiene que implicar uniformarnos, como así se nos pretende creer como verdad sucedánea. Desde un punto de vista natural, es inviable una globalización que pretenda reducir a las diferentes naciones, pueblos y culturas, a una suma de individuos con un patrón ideológico uniformado y centrado esencialmente en el rol laboral, del ocio y el consumo.
Las dictaduras pueden ser sostenidas por la fuerza pero también por medio de la manipulación informativa y el miedo. Entre otros planteamientos, sería cuestión de plantearse hasta qué punto vivimos en un mundo libre y desarrollado, cuando apenas existe respeto por el valor de la biodiversidad. Respeto que no “sólo” se refiere a que las nuevas generaciones humanas puedan coexistir con las distintas especies que hoy en día pueblan el Planeta (muchas, en especial en la Amazonía, quizás sean portadoras de sustancias que ayudarían a paliar las enfermedades que afectan a la Humanidad).
También existe un empobrecimiento de nuestra biodiversidad como especie humana cuando se trata de aniquilar por la fuerza o el debilitamiento a sociedades, tribus, regímenes, grupos humanos o individuos que renuncien al estilo de vida de nuestra civilización o bien su presencia resulte molesta para los intereses del sistema del llamado “Primer mundo”.
Suele decirse que la historia siempre se repite, y es en gran medida verdad. Pero también lo es que nunca, en toda su historia, la Humanidad ha sido tan numerosa ni ha tenido tal capacidad de informarse y relacionarse de forma global, como ahora hace posible la herramienta de Internet. Por eso, retomando a esta historia humana que siempre se repite, es de esperar que se intente limitar o controlar las capacidades de la Red como vía de comunicación instantánea mundial.
Y por esta misma razón este tiempo que vivimos, caótico y catártico, también permite visionar la utopía de un mundo global más libre, más nivelado en derechos y obligaciones, más dignamente integrado a la realidad de un solo Mundo dador -Gaia/Tierra- del que formamos parte y del que dependemos por completo.
Globalizar, en cuanto unificar, parece ser el destino que ya ha hecho realidad el desarrollo de la técnica. Ahora resta que la humanidad en su conjunto consiga mantener sus múltiples idiosincrasias y el derecho real a la libertad de elección y pensamiento de cada uno de sus miembros en cualquier punto de la Tierra. Si no, estaríamos hablando desde la verdad desnuda de una globalización justificable desde lo político y económico, pero reducida en su biodiversidad y calidad de vida a una mera subsistencia.
Una atinada descripción en su sencillez del sentido con que se ha desarrollado el capitalismo y de la imperiosa necesidad de buscar nuevos cauces de lucro que no lleven parejo el daño, el abuso, la extorsión o la extinción del medio natural o de otros seres vivos…. (más…)
El pánico de la crisis invita a operaciones cuanto menos extrañas. El temor va calando todo, permea incluso la memoria hasta hacernos olvidar que este sistema estaba llamado a lo que ahora padece: a una profunda crisis capaz de provocar su propio y radical cuestionamiento. Ese pánico, esas constantes soflamas salvíficas de los economistas y políticos, empujan a pensar que hemos de implicarnos en el rescate de una civilización abocada a su fin. Evito la palabra fracaso en tanto en cuanto seguramente fue preciso haber transitado el desierto de la depredación y la explotación, de la ausencia de valores superiores, para poder reorientar nuestros pasos. De enrolarnos ahora en el empeño al que se nos convoca, habremos de observar previamente qué es lo que en definitiva se trata de salvar. No podremos olvidar que para que nazca una nueva civilización basada en los valores de la cooperación y el compartir, la anterior, asentada en los principios del materialismo y el sálvese quien pueda, deberá ir decayendo…. (más…)
«Bicicleta, cuchara, manzana» , de Carles Bosch, es la obra ganadora del Goya 2011 al mejor documental, entre otros muchos premios. Su argumento se centra en cómo Pasqual Maragall y su familia afrontan el proceso de la enfermedad de Alzheimer. Se hace innegable en el testimonio personal y familiar de este insigne político, la necesidad del contacto sensorial -del tocarse y sentirse-, así como de delegar en la medida de lo posible a un segundo o tercer plano a la enfermedad en sí como tema de conversación, y menos aún el aspecto destructivo de la pena…. (más…)
Resulta un sinsentido intentar aportar algo de luz en un tema tan complicado, donde hasta los estudiosos más humildes y honestos reconocen que aún se está “en pañales”. Aunque ayuda a prever, realizar gimnasia mental o llevar una vida activa no significa lamentablemente un seguro de vida contra esta enfermedad. En los hechos, hoy en día no se conoce ni su causa ni su cura…. (más…)
Sister Jayanti es Directora Europea de la Universidad Mundial sobre Espiritualidad Brahma Kumaris. Es responsable además de la coordinación general de las actividades de Brahma Kumaris en más de cien países. Será uno de los ponentes invitados a la Sexta edición de Contigo Somos + Paz, el 25 de Septiembre a las once horas en el Palacio de Congresos de Madrid…. (más…)
Mantram de la Unificación guiado por Jorge Carvajal en «Contigo Somos + Paz» de 2008, quien será uno de los ponentes invitados a la Sexta edición de Contigo Somos + Paz, el 25 de Septiembre a las once horas en el Palacio de Congresos de Madrid.
En la red hay bastante material sobre la labor de Jorge Carvajal, tanto en su labor médica como en la vía gnóstica. Sirva como muestra esta fragmento de una entrevista