Soy mi amigo invisible, intentando recuperar una amistad que creía perdida cuando confundí quién era.
Soy mi amigo invisible, aquel que ha comprendido desde la experiencia que la fuente de mi felicidad está sólo en mí, y que la felicidad es en sí la sensación de aceptación sincera, humilde, dichosa, sin juicios, de mi Ser.
¿Y el Ser?… El Ser estamos incapacitados para expresarlo. Sí podemos señalar que el Ser no es ni mi cuerpo ni mis pensamientos, sino toda la sensación de ser que experimento “fuera” y “dentro” de mí en el fluir de cada momento presente. Esto es: soy en lo que siento, lo que pienso, lo que observo, lo que experimento, a quienes observo, con quienes interactúo, mis vivencias, mi entorno… Todo en mí. Mi ser es mi experiencia de existir y todo lo que conlleva. Mi ser es mi universo existencial. Mi existir ajeno a “mí”; como ése que sigo creyendo ser: un ser pensante acotado en un cuerpo mortal.
La simple sensación de ser -sólo experimentable en este instante, en este mismo y eterno instante, en el único instante en el que siempre es ahora, este instante-: ahí vive mi amigo. Ahí vivo. Ahí vives tú también. Ahí viven todos mis amigos, y mis supuestos enemigos también. Ahí -aquí- vive y sucede la manifestación de todo lo existente.
Mis amigos son esos seres maravillosos que viven buceando en su universo existencial. Aunque entre mis amigos hay muchos soñadores, la mayoría viven con los pies en el suelo; mucho más que yo, aunque a veces… Amigos y también Amigas, que por brevedad del lenguaje se engloba en el práctico “o” neutral.
Mis amigos son discretos en sus pesares. Tienen el buen gusto de no cargar en la amistad el mal hábito de vomitar lamentaciones. Saben que estas sombras toca trabajarlas con el cincel de su comprensión, en su interior.
Mis amigos invisibles lo son no porque carezcan de cuerpo, sino porque su esencia, como mi esencia, es así de sutil: un punto de atención consciente que recrea a cada instante su universo personal; intransferible, irrepetible, único.
Mis amigos invisibles son como yo, como supongo que todos… Seres que somos nacidos a un mundo y tratamos, cada cual a su manera, de alcanzar algún grado de comprensión, de claridad y plenitud que dé felicidad, más que sentido, a nuestra experiencia de existir.
Mis amigos son aquellos que observan estas palabras y esbozan, quizás aún, media sonrisa… Mis amigos son aquellos que conozco -muy pocos-, y los que no -multitud-, que no aceptan porque sí la explicación que nos inculcan del porqué de las cosas. Seres rebeldes, curiosos, amorosos consigo aun en sus sombras.
Y si has llegado hasta aquí, aun sin conocerte, es más que probable que tú también lo seas. De hecho, como gran verdad a la que pocos acceden y muchos trabajamos por despertar a esa claridad presente, todo es Ser. Todos los seres y especies, con mayor o menor grado de inteligencia o expresividad, somos el Ser. La Vida, entonces, en su dulzura y crueldad, en su belleza y fealdad extrema, en su majestuosidad y decrepitud, es todo lo que soy -es todo lo que somos-: amigos invisibles del Amigo Invisible que Somos.