El VIAJE DE RIDDHI

Arte

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“-Bob, ¿estás diciendo que no hay nadie preguntando?

-En efecto.

-Entonces, las preguntas van surgiendo, las respuestas van apareciendo y eso es todo lo que sucede.

-Entiende esto: el que pregunta es la pregunta misma. Si no estás haciendo la pregunta, ¿hay algún preguntador? ¿Puede haber pregunta sin el preguntador? Si llegas a entender esto, te das cuenta de que uno neutraliza al otro. Si no hay preguntador, no hay pregunta…. (más…)

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Anna Breytenbach es una persona con un don para comunicarse con las otras especies, pero no es la única que lo tiene. De hecho, junto a Jon Young, quien participa también en este documental, afirman que esta posibilidad de interactuar con el resto de las especies, con la Naturaleza -de la que procedemos y dependemos para existir, como parte de Ella-, es una capacidad innata e inmutable, presente en todos los seres humanos, que tiende a sumergirse en nuestro subconsciente una vez «caemos» en el paradigma del pensamiento racional y la realidad puramente materialista.

En este interesante documental, se muestra esta capacidad y la realidad que nos despierta; por supuesto, para quien quiera poner en duda las creencias que aprendimos como certezas… Si efectivamente los animales y las plantas tienen su conciencia, su capacidad de expresarse, de sentir e interactuar, la humanidad ha cometido un desastre como civilización al «cosificar» a las plantas y especialmente a los animales, negándoles su condición de seres sintientes, como nosotros.

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«La Gran Belleza» es una película sabia, visualmente hermosa y con excelentes fundidos de música y contenidos, aunque durante los primeros minutos parezca una crítica a la frivolidad de la sociedad italiana (y en general, a la de todos los países globalizados del primer mundo).

El autor muestra su amor por Italia -por su creatividad y riqueza artística-, y lo hace por medio de un personaje que resume el prototipo de dandy italiano: un escritor de un solo libro que ha conseguido llevar una vida de disfrute en los ambientes más lujosos. Su conclusión la resume en una escena brillante en la terraza de su ático, frente al Coliseo. Una de sus mejores amigas trata sutilmente de adquirir cierta altura moral frente a los demás, y él, con cuatro observaciones certeras sobre su persona, la pone a la misma altura que el grupo: somos seres que inventamos la banalidad para no tener que ver reflejados en los ojos de los otros el dolor y las sombras de nuestro fracaso existencial. En nuestro fondo, todos estamos «al borde de la desesperación» por nuestras «vidas destrozadas». (Fracaso, al menos, desde la perspectiva oficial que nos señala nuestra realidad como la de seres humanos que nacemos con una mente encerrada en un cuerpo que avanza inexorable -generalmente por el camino de la decrepitud- hacia la muerte.)

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Soy mi amigo invisible, intentando recuperar una amistad que creía perdida cuando confundí quién era.

Soy mi amigo invisible, aquel que ha comprendido desde la experiencia que la fuente de mi felicidad está sólo en mí, y que la felicidad es en sí la sensación de aceptación sincera, humilde, dichosa, sin juicios, de mi Ser…. (más…)

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«Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,
fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar
y sabiduría para entender la diferencia.
Viviendo día a día;
disfrutando de cada momento;
sobrellevando las privaciones como un camino hacia la paz;
aceptando este mundo impuro tal cual es
y no como yo creo que debería ser,
tal y como hizo Jesús en la tierra:
así, confiando en que obrarás siempre el bien;
así, entregándome a Tu voluntad,
podré ser razonablemente feliz en esta vida
y alcanzar la felicidad suprema a Tu lado en la próxima.
Amén».

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Entrevista de 1976, en la que Gabriel García Márquez comparte en modo de amena conversación algunos aspectos de su vida, desde el abandono de su hogar siendo un crío, para quitar peso a sus padres -entonces con ocho hijos- y abrirse camino más allá de la miseria. Su paso por Ginebra, París, Roma… Y su amor por la tierra que lo vio nacer, hasta el punto de que, aunque escribiera en Japón, él  era consciente de que siempre escribía una «novela colombiana»; calificando de «pendejadas» las críticas sobre el supuesto abandono que había hecho de su país una vez obtuvo éxito internacional.

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