El VIAJE DE RIDDHI

Ausencia de Presencia

LUZ

Hay momentos  en que nos sentimos desalentados en medio del camino. Instantes en que parece faltarnos el ánimo para continuar con la marcha en nuestras vidas. La tristeza, la traición, la pérdida, la desconfianza, el miedo, el odio, la apatía… son entre otros los detonantes. Sin embargo, a veces nos sucede sin causa aparente. Momentos en que simplemente nos cuesta asumir la fragil vulnerabilidad humana, como diminutas piezas engranadas en el misterioso, caótico e insondable fluir de nuestra existencia.

Es en estos casos en los que -de forma más auténtica, humilde, intensa y profunda- valoramos el poder de empatía, cuando una persona nos brinda su atención, su escucha, su comprensión, su apoyo, su cariño… Nos brinda justo lo que más necesitamos para recomponer nuestras heridas. No nos sirven tanto en esos momentos de desánimo las palabras que nos enjuician ni los consejos sobre cómo debemos o no actuar… La muda presencia de unos ojos comprensivos ejercen sobre nuestro ánimo una fuerza tal, que no puede equipararse ni al mejor de los discursos bienintencionados ni al más justo de los juicios.

Vivimos una época social que refleja este cansancio que es desánimo de demasiadas palabras, demasiados datos, demasiados juicios y prejuicios, demasiadas pústulas emocionales expuestas frívolamente, sin pudor ni humanidad. Por eso ahora, como sucede a veces en la vida de las personas, se hace más necesario que nunca la presencia de la Presencia que nos une. La presencia de la enérgica empatía humana, presente aquí y ahora, sin distinciones, sin prejuicios, sin formas, sin grados ni conocimientos: sólo presencia humana que se reconoce en la presencia que brilla muda en la mirada del otro.

LA FUENTE DEL AMOR

La fuente de Amor se halla en uno mismo, pero cuando  nos toca atravesar en nuestro camino los valles sombríos que nos confrontan con lo más temeroso o hiriente de nuestra mochila, sólo en otro corazón humano encontramos esa muda comprensión que nos alienta para que no desistamos en nuestra senda. En esa senda también hallaremos como inestimable apoyo, la excelsa y maravillosa presencia de la naturaleza y de todos los seres sintientes. Valles sombríos que surcan la vida de personas, de pueblos, de naciones y de civilizaciones.

La Felicidad última, la más auténtica y genuina en cada uno de nosotros, ya es nuestra. Todo el camino de la felicidad es, de hecho, todo el camino en que desandamos todos los traumas y prejuicios que hemos ido acumulando en nuestras mentes, como polvo ancestral que ha oscurecido temporalmente (a veces, por toda la vida) la pureza –la paz y la felicidad- de nuestro Corazón.

La Presencia es Corazón. Puede estar sepultada bajo un manto de prejuicios y creencias, pero jamás ausentarse pues, como nuestro latir, Es lo que Somos.

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