A estas alturas, creo que en el primer mundo todos sabemos de esa supuesta pandemia de influenza porcina que nos acecha. Parece ser que ahora, tras trastocar principalmente a la población de Méjico y Argentina, va a llegar el bombardeo al mercado de España. Por lo pronto, el Ministerio de Sanidad español ha decidido ampliar su reserva comprando 5,4 millones más de tratamientos completos ya encapsulados.
Tras advertir del riesgo (miedo), se está creando la percepción de que el remedio no va a poder llegar a todos (exclusividad), por lo que habrán de considerarse unos privilegiados los que permitan que se les introduzca en su cuerpo un fármaco, el Tamiflu, que ha sido prohibido en Japón y en Gran Bretaña dado sus efectos secundarios y porque, ante todo, no cura sino mitiga los síntomas de una gripe que ha causado la muerte, al menos hasta el cinco de agosto, de 1154 muertes en todo el mundo. Es una cifra que no debiera existir, pero a niveles cuantitativos es mínima. Por ejemplo, en España, en el 2008 murieron sólo en las carreteras españolas 2.181 personas según el Ministerio del Interior. A nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud, el número de personas que mueren anualmente, directa o indirectamente por la gripe común oscila entre 500.000 a 1.000.000. Entonces, ¿por qué esa alarma tan desproporcionada con respecto a su riesgo mortal?
Nunca está de más tomar precauciones; eso es cierto. Pero en este caso, ¿se busca que la población se proteja o se pretende crear una percepción de miedo a la enfermedad? ¿Un miedo que justifique el gasto de millones de euros en la compra de la supuesta vacuna?
Es comprensible que muchas personas consideren que si organismos como la Organización Mundial de la Salud o los gobiernos nacionales nos dan una información, ha de ser cierta: debe serlo. También es comprensible, o al menos respetable, que haya otras personas que se planteen las razones reales de tales informaciones, sus intereses y presiones… Al final, cada cual ha de elegir por sí mismo. Para este fin, quizás no estaría de más contar por mera curiosidad con dos visiones contrarias a la vacunación.
La primera corresponde a unas manifestaciones de David Icke
La segunda, un interesante trabajo realizado por Julián Alterini
Cabe destacar que en 1976 ya se produjo un supuesto brote de gripe porcina en Estados Unidos, que propició una vacunación masiva y el empleo de fármacos que resultaron letales: más de veinte muertos y cientos de personas paralizadas. La vacunación se suspendió y fue considerada un completo fracaso (pero un negocio colosal para las empresas farmacéuticas implicadas).
El gobierno americano compró millones de dosis a la misma empresa que hoy en día, junto con el gigante farmacéutico Roche, distribuye el tamiflu. Una empresa de la que causalmente uno de sus máximos accionistas es Donald Rumsfeld, varias veces Secretario de Defensa de Estados Unidos y que, casualmente, lo era en esa época de 1976 cuando manifestó: «vacunaremos a cada hombre, mujer y niño». El fármaco fue comprado y las ganancias se consiguieron; afortunadamente para el pueblo americano, no se cumplieron sus palabras.
Es cierto que sólo las personas con estudios médicos pueden opinar con cierto conocimiento, pero no es menos cierto que como ciudadanos tenemos el legítimo derecho si quiera a plantearnos ciertos interrogantes… Y a que se respete nuestras elecciones, aunque a ojos globales e institucionales cometamos un error.
Ghislaine Lanctôt, autora del libro “La Mafia Médica”, ha ejercido la medicina durante casi treinta años en norteamérica. Su primer libro encendió las iras del colectivo médico, hasta el punto de costarle la expulsión del colegio de médicos y la retirada de su licencia médica. Para ella, todo el sistema sanitario, la Organización Mundial de la Salud («la mafia de las mafias»), el proceso formativo médico está viciado y manipulado por las corporaciones médicas, que son al fin y al cabo las que deciden qué medicamentos sirven y cuáles no, además de extender sus tentáculos al negocio agrario, fertilizantes, etc… Esta médica, Ghislaine Lanctôt, llegó a esta conclusión final:
«No sabía dónde buscar, así que buceé en lo más profundo de mí misma. ¡Allí me estaba esperando la salud ilimitada!
Acceder a lo que nos pertenece por derecho -prosperidad, salud y vida ilimitada- significa liberarse del miedo, escuchar el alma e instaurar nuestra soberanía interior».
Excelente post,Juan, sobre todo como boche de oro las conclusiones de Ghislaine Lanctôt.
Lo primero que nos sucede es el desconcierto, el sentirnos solos y abandonados ante un sistema de salud que se desquebraja y que ya no inspira confianza. La decepción es el umbral, para entender que, en definitiva, todo depende de nosotros mismos y de como tomar lo que nos toca atravesar con este cuerpo.
Abrazos!
BeT
Todo depende de nosotros mismos. Lo comparto plenamente. La época de la confianza ciega en la nobleza del Sistema ha muerto. En lo bueno y en lo malo, cada vez anida más la percepción de que vivimos hoy en día en un sálvese quien pueda.
Un fuerte abrazo,
juan