Ganadora del premio Bafta al mejor guión original en 1994, esta aparente comedia contiene un bello mensaje oculto. Según parece, su director y el protagonista del film -Bill Murray- estuvieron veinte años sin hablarse, ya que mientras éste apostaba por una película con carga «mensaje», su director sólo quería realizar una comedia en la línea de «Regreso al futuro». Los encontronazos durante la grabación por este motivo fueron constantes.
En España su título se acercó más a la visión de Bill Murray. La idea esencial es un planteamiento: ¿qué nos pasaría si de pronto viviésemos el mismo día todos los días? Despertarnos en la misma cama y cruzarnos con las mismas personas, experimentando los mismos sucesos en la misma secuencia, etc… Independientemente de que quisiéramos matarnos al no soportar la tortura que supondría estar esclavizados a la repetición eterna de un mismo día, si viéramos nuestra absoluta incapacidad para poder alterar el flujo de esos acontecimientos o darles fin, ¿qué decisión podríamos tomar para sentir de algún modo que gozamos, dentro de lo inalterable, de cierta libertad? ¿Qué enseñanza podría brindarnos esta comprensión respecto a la actitud con que lidiar nuestro día a día de ese idéntico día?
La respuesta que da el film parece ser la más sabia y coherente. Tras patalear, maldecir, odiar, temer… ¿qué cambio nos quedaría por realizar en nosotros mismos?
Si estás intrigado puedes jugar en tu propia piel el juego que te propone la película, y de paso hallar la respuesta.