En el blog oficial del escritor e inventor español,  Alberto Vázquez Figueroa, aparece como penúltima entrada esta reflexión entrecomillada:

“El mal siempre prevalece sobre el bien, porque quienes causan mal lo hacen en provecho propio, mientras los que procuran el bien lo hacen en provecho ajeno.

Nadie se cansa de trabajar para sí mismo pero sí de trabajar para los demás que a menudo ni siquiera lo agradecen”.

Viniendo de una mente que ha demostrado su extraordinaria creatividad e inventiva, amén de su bagaje de experiencias de vidas, esta reflexión constituye un buen estímulo para ahondar un poco en nuestro auténtico criterio interior.

La persona puede hacer el mal por emoción o pensamiento, o manifestar estas motivaciones en la acción. La persona que en un momento de rabia, lastima, hiere o asesina, o bien comete un acto delictivo bajo los efectos de sustancias legales o ilegales que trastornan el sentido de la conciencia, ¿ha hecho el mal realmente por propia voluntad? Y lo que es más importante, ¿ha sido -una vez aparezcan las consecuencias morales, sociales o penales- en provecho propio?

La persona que hace el mal con premeditación y alevosía, como suele decirse -es decir, con calma, puliendo los detalles, teniendo ocasiones de sobra para replantearse su proceder-, ¿hace el mal en provecho propio? Un estafador, un asesino en serie, una persona con una humanidad corrupta, «inmoral», ¿puede plantearse de una manera sensata, acorde al sentido natural y común, una acción que le fuera realmente en provecho propio?

Usando una metáfora quizás demasiado recurrida, ¿qué prevalece, qué tienes más valor, mayor poder esencial, mayor presencia, mayor identidad: el cielo, vacío, azul, amorfo, o las nubes que lo recorren?

Otra cosa bien distinta, con la que paso testigo -quizás, quien sabe, hasta el propio Maestro Vazquez Figueroa-, es saber por qué el mal atrapa más nuestra atención que el bien. El «mal», como el mal que destacan los medios informativos, el que genera corrillos en las calles o hilos inmensos en las redes sociales. ¿Por qué nos tienta más el mal que el bien? Quizás porque, como escribió Junichiro Tanizaki en su conocida obra*, existe una magia tentadora en las sombras. Pero desde el punto de vista de el Sol, la dualidad bien, mal, luz y sombra, cae por su propio velo. Pero desde la perspectiva que nos toca, a pie de tierra, surge el juego de deseos, expectativas y sombras.

* El elogio de la sombra