El VIAJE DE RIDDHI

El miedo es libre

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«Fuera de la sociedad, el hombre es una bestia o un dios». Aristóteles

En 1977, el Comandante de la Policía Armada Joaquín Imaz fue la primera víctima mortal de ETA en Navarra. Los asesinos le dispararon nueve tiros a bocajarro. Su hija Carmen Imaz tenía entonces ocho años. En el documental “Relatos de plomo” nos relata que a partir de este suceso “ya no pude ir a los cumpleaños de mis amigas del colegio porque ya no me invitaban la mayoría de ellas, porque el miedo les impedía que nadie tuviera ni sospechas de que pudieran tener una relación con nosotras. La comunión no la pude hacer en el colegio con mis compañeras; la tuve que hacer en el cuartel, rodeada de policías y de las pocas personas que se atrevieron a venir”. “A mi madre no la atendían en el mercado. Se cruzaban la calle para no tener que saludarnos. Era miedo. Era miedo a que nadie la relacionara con nosotras”. “Y el miedo no se puede evitar. El miedo es libre”.

Han pasado casi cuarenta años. Observando la situación que vivimos, cabe preguntarse si la sociedad española en toda la extensión de su territorio, desde Cataluña a Canarias, actuaría hoy en día de igual modo si se viera sometida y señalada por la ideología extrema, en la que, quien no baja la cabeza, cierra la boca y abre la cartera, pasa a ser enemigo de sus fronteras. Fronteras impuestas desde la escuela, manipulando los hechos de la historia para insuflar en el corazón de sus súbditos las soflamas mediáticas de sus arengas.

El estrato social que conforma la actividad profesional política española se ha corrompido, traicionando en el camino su función esencial: servir a los intereses de sus conciudadanos. La sociedad comprueba con resignada frustración y reprimida complicidad, cómo las nuevas autoridades políticas que van accediendo al sistema tienden a sumarse a las luchas demagógicas desde el poder por el poder… Mientras, la sociedad continúa sufriendo esta situación desde la base, arrastrando el peso de una nación anestesiada bajo los efectos de la queja y la indignación, sin encontrar aún la forma, el proyecto, el líder o el ideal que nos anime a trascender la zona de hastío en la que llevamos años instalados.

Es hora ya de que los ciudadanos que conformamos la sociedad de las grandes ciudades y de los pueblos despertemos de una vez y asumamos en libertad nuestro miedo a actuar… ¿Es necesario revivir la maldad humana con toda su crudeza y estupidez?. ¿La misma locura de destrucción, crueldad y sufrimiento?… Rompamos cada cual en su mundo con los límites que nos encadenan al miedo. Sólo así podremos trascenderlo. Sólo así podremos comenzar realmente a organizarnos.

También como el miedo, el amor que se da es libre… Decidamos cada cual qué escoger, pues lo que impere en la mayoría de nosotros conformará la sociedad que obtengamos. Empoderémonos. Trascendamos el destino que otros nos han fijado. Rompamos los límites que nos encadenan al miedo y permitamos que el amor haga posible lo imprevisible: unificarnos.

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Categorías: El poder del Corazón Puro, Humanidad, Miedo, Muerte

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