La pureza ahí está; y la mierda –digamos en adelante, para no herir suceptibilidades, “lo excretado”- es una manifestación palpable a los sentidos del milagro de nuestra alquimia corporal. (Muchas personas logran éxtasis meditativos defecando, por irrisorio o desagradable que parezca; al fin y al cabo simboliza la purificación, en el sentido de deshacerse de lo “grosero”.)
Si la vida es sagrada y es Toda, también lo son estos momentos en que por nuestra educación relegamos por “vergonzoso” si quiera de observar en intimidad lo excretado.
Lo excretado -como el despertar de cada mañana, como el crecimiento del pelo (al menos, los de la barba) y como otros milagros-, es una expresión manifiesta y cotidiana que no deja por ello de evidenciar hasta qué punto apenas sabemos nada de lo que pasa fuera y dentro de nuestras entrañas.
Lo excretado es la prueba: no sabemos nada, salvo que la materia vuelve a la tierra.
Sabemos poco, cierto, aunque todos conocemos ese momento, ese momento de placer al cagar… pero todos nos lo callamos 😉
José
Hola José. Es curioso que se calle sobre estos temas que todos vivimos diariamente; o al menos, se debiera.
Las razones por las cuales es un acto íntimo saltan a la vista y el olfato… Pero al margen de ello, no deja de ser un ejemplo de la inteligencia que -supuestamente- llevamos «dentro» y que es capaz de realizar todo ese proceso, como otros que, para no liarnos con nuestro propio misterio resumimos en «inconscientes».
Gracias por tu comentario.
Un abrazo,
juan
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El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo.
Gabriel García Márquez
Muy cierta tu última frase: es más fácil etiquetar ciertas cosas de «inconscientes»… y así nos evitamos tomar responsabilidades! He aquí otra inteligencia, la de escaquearse (palabra que fonéticamente se acerca al tema de hoy 😉
Un abrazo, José