“Lo importante no es con qué nacemos, sino qué hacemos con ello”.
Alfred Adler
Excepcional trabajo sobre la psicología según Alfred Adler, de la mano de Ichiro Kishimi, traductor de su obra al japonés y Fumitake Koga, escritor profesional, mostrando un punto de vista práctico y experiencial. A diferencia del enfoque etiológico de Freud (todo trauma tiene una causa), Adler postuló la teleología, una visión de propósito; es decir, empleamos nuestros razonamientos sobre el pasado y sobre quienes creemos ser para autojustificarnos y recrear una realidad que nos “exculpe”. Aboga por un planteamiento holístico (la vida no es lineal sino puntos, momentos de por sí completos, sucesión de “ahoras”) en vez del enfoque continuo y temporal de Freud (el comúnmente aceptado), de la historia personal, en la que hubo un trauma que es la causa de tal o cual comportamiento, limitación o bloqueo actual; y hay una supuesta meta en la que, una vez alcanzada, el individuo podrá volver a vivir por “completo”. Para Adler, cada momento es completo: ningún momento de nuestra vida es un medio para un fin, sino que cada instante es merecedor de plenitud por sí mismo, por el hecho de estar experimentado nuestra existencia. “
«Independientemente de lo que haya sucedido en tu vida hasta ahora,
no debería influir en absoluto en cómo vivas a partir de este momento”.
Alfred Adler
Adler centra su visión teleológica de la psicología en que casi todos los problemas nacen de las relaciones interpersonales, que son las que más nos confrontan con las partes que no queremos abordar de nosotros mismos o las emociones que no hemos querido experimentar para que puedan liberarse de nuestro cuerpo. Junto a las relaciones interpersonales, él centra prácticamente todos los peros que pudieran surgir, en la única causa, en la esencial: la ausencia de valor.
“Atreverse a ser feliz incluye atreverse a no gustar. Una vez que has reunido ese valor, tus relaciones interpersonales se transformarán inmediatamente y te liberarán de toda carga”.
No asumo que no tengo valor para cambiar tales circunstancias o planteamiento de mi vida y me autojustifico con la existencia de un trauma pasado, y recreo una historia personal traumática que me lo justifique.
Alfred Adler fue amigo de Freud, hasta que fue apartado como un hereje por chocar su planteamiento existencial del ser humano -eminentemente “holístico”-, con la visión de Freud, que fue la que acabó imperando en academias y consultas. Precisamente Adler señala también como labor primordial el aprender a separar tareas, en el sentido de tomar responsabilidad sólo de lo que esté en nuestra vida, no en la vida de los demás, por muy cercanos que sean a nosotros. Tomando su caso como ejemplo, él se ciñó a su visión de la psicología, sin intentar cambiar a quienes tenían un planteamiento más clásico pero sin dejar que intentaran que renegase de su doctrina.
Adler distingue además dos formas de interactuar con las personas: desde una visión conductual, que es la que predomina, basado en los actos de una persona, en la impresión que tenemos de él, recuerdos suyos (y prejuicios), etc. O desde una visión existencial, por el mero hecho de que esa persona esté viva, frente a uno, manifestándose en su singularidad. Creo que esta visión es la más sana y liberadora, aunque quizás la más idílica, la más difícil de llevar a cabo porque, coincidiendo con su planteamiento inicial, si consiguiéramos tener relaciones interpersonales sin prejuzgar de algún modo al otro, significaría posiblemente que nos aceptaríamos sin reservas a nosotros mismos; que, de igual modo, nos celebraríamos por el mero hecho de existir. Según se ahonda en su visión a lo largo de este libro, comienzan a aparecer ciertos paralelismos o guiños con la vía sin vía Advaita.
Otro punto importante, de los muchos que aborda este trabajo, es el coste que supone en términos de libertad el buscar la aprobación de los demás. Como aparece en el libro, “Cuando vivimos para satisfacer las expectativas de los demás y les confiamos nuestra vida, vivimos mintiéndonos a nosotros mismos y por extensión, a quienes nos rodean”. “Cuando hablamos de relaciones interpersonales, siempre parece que hagamos referencia a las relaciones de dos, pero primero estamos nosotros. Cuando el deseo de reconocimiento nos atenaza, la clave de la relación interpersonal está siempre en manos del otro.¿Confiamos la clave de nuestra vida a otros o la retenemos nosotros? Ahí está la Libertad.
“¿Qué es mejor: elegir el reconocimiento de los demás o la libertad sin reconocimiento?”
“Atreverse a ser feliz incluye atreverse a no gustar. Una vez que has reunido ese valor, tus relaciones interpersonales se transformarán inmediatamente y te liberarán de toda carga”.
A continuación, un resumen con fragmentos de algunos capítulos del libro.
EXISTIR EN EL PRESENTE
“Deberíamos considerar a los demás no en base al nivel conductual, sino en base al nivel existencial. No juzgamos si hacen o no hacen algo, sino que nos alegramos de que estén aquí, de su propia existencia, y nos dirigimos a ellos con palabras de gratitud.
Cuando valoramos las cosas por el mero hecho su existencia somos útiles a los demás y somos valiosos por el mero hecho de estar aquí. Es algo indiscutible. En lugar de quitar puntos a partir de una imagen idealizada, podrían empezar de cero. Y si lo hacen, podrán estar agradecidos por su mera existencia.
Adler respecto al sentimiento de comunidad: “Alguien tiene que empezar. Aunque los demás no colaboren, no tiene nada que ver contigo. Mi consejo es que empieces ya, independientemente de si los demás colaboran o no”. Y yo te aconsejo exactamente lo mismo”.
USTED PUEDE SER FELIZ
«Para el ser humano, la mayor infelicidad es no poder ser uno mismo. Adler encontró una respuesta de una sencillez extraordinaria para abordar esta realidad: el sentimiento de “ser beneficioso para los demás o a alguien” es la única manera de ser verdaderamente consciente de nuestro valor como personas.
No importa que la colaboración no sea visible. Lo único necesario es sentir que “le soy útil a alguien”, es decir, sentir que colaboras. En otras palabras, la felicidad es el sentimiento de colaboración. Esa es la definición de felicidad.
Si el medidor para alcanzar el sentimiento de colaboración es ser reconocido por los demás, a largo plazo no nos quedará otra que vivir según los deseos de otros. No hay libertad en un sentimiento de colaboración alcanzado mediante el deseo de reconocimiento. Somos seres que eligen la libertad y aspiran a la felicidad.
-Entonces la felicidad sólo es posible si somos libres.
-Sí. La libertad en las relaciones interpersonales es universal. Si llegas a un sentimiento de colaboración verdadero, no necesitarás el reconocimiento de nadie porque ya tendrás la conciencia real de que “le soy útil a alguien”. Dicho de otra manera:
Las personas obsesionadas por el reconocimiento de los demás aún no han alcanzado el sentimiento de colaboración y no han conseguido aceptarse a sí mismas, sentirse seguras con los demás ni colaborar con los demás».
ILUMINA EL AQUÍ Y AHORA
«Imagina que estuvieras sobre un escenario. Si las luces de platea siguen encendidas es muy posible que puedas ver toda la sala. Pero bajos los focos, ni siquiera podrás ver la primera fila. Lo mismo sucede con nuestras vidas. Al proyectar una luz tenue sobre ellas, podemos ver el pasado o el futuro; o al menos eso creemos. Sin embargo, si pusiéramos el foco en el aquí y ahora, ya no podríamos ver ni pasado ni futuro.
Si viviéramos intensamente el aquí y el ahora, no vivirías el pasado o el futuro; tu luz sería demasiado intensa para dedicar tiempo a pensar en el tiempo. Estarías volcado en la vivencia del presente.
Cuando adoptamos el punto de vista de la etiología freudiana, la vida pasa a ser una especie de gran narración basada en causa y efecto. Sin embargo, recurrir al pasado no es más que una excusa, una mentira vital. La vida es una serie de puntos, una serie de momentos. Si puedes entender eso, ya no necesitarás una historia para nada.
El estilo de vida de Adler tiene que ver con el aquí y el ahora, y podemos cambiarlo si queremos. La vida pasada que parece una línea recta tiene ese aspecto porque has decidido no cambiar una y otra vez. La vida que te espera es una página en blanco y no hay señales que te indiquen por dónde has de ir. No hay HISTORIA.
Poner el foco en el aquí y ahora es hacer todo lo que se puede hacer ahora, con intensidad y de forma consciente».
LA MAYOR MENTIRA VITAL
-¿Vivir con intensidad y de forma consciente?
-Podemos bailar el baile de nuestro mayor aspiración. Día a día. Vivir con intensidad aquí y ahora, sin ningún gran propósito ni la necesidad de alcanzar un objetivo. Has de dejar de vivir tu vida como una línea continua y comenzar a verla como es, momento a momento.
«Te fijas objetivos para un futuro y mientras pospones tu vida. Y mientras la pospongamos, jamás podremos ir a ningún sitio y pasaremos de un día a otro en una monotonía gris, porque pensamos que el aquí y el ahora no es más que un periodo de preparación, un tiempo de espera.
No pasa nada por no tener objetivos. Vivir con intensidad aquí y ahora ya es un baile en sí mismo. No debemos ponernos demasiado serios. No confundas la intensidad con la seriedad. Vivir con intensidad y no con demasiada seriedad. Esto es. La vida siempre es sencilla. Si vivimos cada momento con intensidad, no será necesario ponerse demasiado serio. Además, cuando adoptamos un estilo de vida de actualización, la vida siempre es plena.
-Entonces, si he vivido intensamente aquí y ahora, ¿esos momentos siempre serán plenos?
-Exacto. Me gustaría acabar hablando de la mayor mentira vital de todas. Es no vivir aquí y ahora. Es mirar al pasado y al futuro, iluminar a media luz toda nuestra existencia y creer que vemos algo. Te has contado hasta ahora una gran mentira durante toda tu vida, durante todos estos momentos irremplazables. Así que ilumina sin miedo el aquí y ahora. Abandona la mentira vital.
No existen ni el pasado ni el futuro, así que hablemos del ahora. Ni ayer ni mañana lo deciden Es el aquí y ahora.
LA VIDA ES SENCILLA
-«Andas perdido en tu propia vida. ¿Por qué? Te has perdido porque intentas elegir la libertad. Es decir, un camino en el que no tienes miedo a no gustar a los demás y en el que no vives las vidas de otros. Es un camino exclusivamente tuyo. En esta situación, la psicología adleriana ofrece una “estrella guía”, una gran brújula que apunta hacia una vida de libertad. Al igual que un caminante sigue a la Estrella Polar, nuestras vidas necesitan una estrella que las guía. Es una idea de la psicología adleriana. Mientras no perdamos de vista esa brújula sigamos avanzando en esa dirección, seremos felices.
-¿Dónde está la estrella?
–En la colaboración con los demás…Sean cuales sean los motivos que vives, o incluso si hay personas a quienes no les gustas, si no pierdes de vista la estrella guía de “colaborar con los demás”, no perderás el rumbo y podrás hacer lo que quieras. Gustar o no te será indiferente, por lo que vivirás libre.
-Si tengo la estrella de la colaboración con los demás en lo alto del cielo sobre mí, siempre seré feliz y tendré camaradas a mi lado.
-En ese caso, baila intensamente los momentos del aquí y ahora. Vive intensamente. No mires ni pasado ni futuro. Vive cada momento pleno como si fuera un baile. No hay necesidad de competir con nadie y fijar un destino no sirve de nada. Si bailas, llegarás a algún sitio.
-Un “algún sitio” que nadie conoce.
-Esa es la esencia de la vida que se actualiza. Por mucho que me esfuerce, nunca podré dar con una explicación satisfactoria de por qué estoy aquí ahora… Cuando bailes el aquí y ahora plenamente y con intensidad, verás con claridad el sentido de tu vida.
–Como persona nuestro poder es inconmensurablemente grande. Si “yo” cambio, el mundo cambiará conmigo. Esto significa que el mundo puede cambiar sólo por mí y que nadie más puede cambiarlo en mi nombre.
-Hay una cosa que sí puedo afirmar con convencimiento: el aquí y ahora resplandece. Sí, es tan brillante que apenas puedo ver nada de mañana. El joven se ató los zapatos lentamente y salió de la casa del filósofo. “El mundo es sencillo y la vida, también”.
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- Advaita
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