Anna Breytenbach es una persona con un don para comunicarse con las otras especies, pero no es la única que lo tiene. De hecho, junto a Jon Young, quien participa también en este documental, afirman que esta posibilidad de interactuar con el resto de las especies, con la Naturaleza -de la que procedemos y dependemos para existir, como parte de Ella-, es una capacidad innata e inmutable, presente en todos los seres humanos, que tiende a sumergirse en nuestro subconsciente una vez «caemos» en el paradigma del pensamiento racional y la realidad puramente materialista.
En este interesante documental, se muestra esta capacidad y la realidad que nos despierta; por supuesto, para quien quiera poner en duda las creencias que aprendimos como certezas… Si efectivamente los animales y las plantas tienen su conciencia, su capacidad de expresarse, de sentir e interactuar, la humanidad ha cometido un desastre como civilización al «cosificar» a las plantas y especialmente a los animales, negándoles su condición de seres sintientes, como nosotros.
Y si vamos un poco más allá, no es de extrañar que vivamos un tiempo de fuerte catarsis, cuando nuestra propia especie ha creado un sistema de sociedad o civilización que también ha cosificado a sus propios congéneres. Cosifica a los congéneres cuando tienen diferencias raciales marcadas y, esencialmente -dando en esto puras señales de democracia e igualdad-, cosifica a la pobreza al margen de su procedencia.
Afin a la historia de su existencia, en ese eterno bucle de reacciones predecibles que conforman nuestro paso por la tierra, el hombre quizás haya de caer de nuevo a su altura: al suelo del que se irguió en su momento. Quizás evolutivamente, desde este grado de consciencia que parece en esta era elevarse exponencialmente junto al caos y el horror, seamos capaces de retornar a lo primigenio. A esa posición de igualdad respecto al resto de seres sintientes que, como nosotros, viven gracias y a través de su interconexión con la Naturaleza que hilvana y genera Todo.
Destaca en el documental esta parte: cuando un leopardo negro agresivo, «Diablo», que está a punto de ser abandonado por su cuidador -un expolicía con años de experiencia en la convivencia con leones-, recibe la visita de Anna Breytenbach. Los cambios que surgen afectan y superan a todos. Y por supuesto, muy positivamente, a «Diablo», que pasó a ser llamado «Espíritu».