El VIAJE DE RIDDHI

«La economía se ha globalizado mucho más rápido que la política»

alvaro

JOSÉ A. DULCE, S/C de Tfe.

Hay intelectuales que convierten su especialidad en una autopista por la que transitan confiados y seguros a lo largo de toda una vida. Otros, en cambio, circulan inquietos por múltiples pistas buscando desvíos y caminos secundarios, tratando de comprender el mundo desde ópticas diversas y moviéndose en diferentes planos. A esta última categoría pertenece el historiador tinerfeño Álvaro Santana, un «cerebro en fuga» que ha desarrollado sus investigaciones en importante foros como las universidades de Stanford, Chicago y Harvard, y que actualmente recala en el Instituto de Estudios Políticos de París.

Galardonado con los premios periodísticos de El DÍA (en 2006 obtuvo el Rumeu de Armas de Investigación Histórica y en 2009, el Leoncio Rodríguez de Periodismo), Santana Acuña regreso esta semana a Tenerife, donde pronunció la conferencia «Pasado, presente y futuro de las casas terreras: el caso de La Laguna» en el Ateneo de la ciudad universitaria.

«La crisis es una ruptura del orden moral que rige la economía», afirmó en su anterior visita. ¿Cree que con el giro que está tomando la crisis se entra en un escenario distinto, ajeno a cualquier planteamiento ético?

Aún estamos en fase de construcción de un nuevo orden moral sobre el que organizar la economía. Paradójicamente, el escenario para dicha construcción sigue siendo el estado nación, mientras que la crisis es global y exige alianzas transnacionales. Es un hecho que en un mundo globalizado, el estado nación tiene un margen de maniobra cada vez más reducido. Los casos de Islandia, Grecia e Irlanda lo demuestran. También la presión continúa sobre los gobiernos de España y Portugal. Por tanto, los ciudadanos de estos países aciertan cuando denuncian que sus gobiernos no llevan las riendas de sus respectivas economías. La economía se ha globalizado mucho más rápido que la política. Una vez resuelto este desfase deberíamos estar ante un nuevo orden moral.

La historia describe ciclos. ¿Puede darse una regresión en el ámbito laboral y volverse a las condiciones de trabajo previas a la última revolución industrial?

La regresión tiene un componente político innegable. Pero también obedece a cambios históricos profundos. La jubilación a los 65 años fue un invento del estado alemán en el siglo XIX. Entonces la esperanza de vida era inferior a 50 años. Es decir, muy pocos alemanes llegaban a jubilarse. Todavía muchos menos vivían hasta los 80 años. Era rarísimo. Por tanto, un jubilado vivía menos de diez años como tal. El modelo alemán se extendió, con modificaciones, por Europa y otras partes del mundo. Y mientras se extendía han ocurrido dos cambios fundamentales. Primero, la esperanza de vida sigue aumentando. En el mundo desarrollado, cada año que pasa la esperanza de vida aumenta en seis meses, un incremento formidable. Y segundo, la incorporación al mercado laboral se ha retrasado. Mientras uno de mis tíos (hoy rozando los 60) comenzó a trabajar con 14 años, mis primos (con apenas diez años) no trabajarán hasta pasados los 25. Además, tendrán una esperanza de vida por encima de los 85 años. Es decir, podrían llegar a cotizar casi tantos años como años estarán jubilados. Tal circunstancia demuestra que el modelo alemán del XIX ya no se adecua al mundo del siglo XXI.

¿Las revueltas populares en Túnez y Egipto marcan el inicio de algo?

Sin duda. Julian Assange, fundador de Wikileaks, prometió que las filtraciones de los cables diplomáticos de Estados Unidos crearían un nuevo orden mundial en apenas seis meses. Los levantamientos en Túnez y Egipto parecen confirmar sus palabras. Aunque la importancia geoestratégica de Egipto desde los tiempos de Julio César pasando por Napoleón es muy diferente a la de Túnez. No olvidemos que un Egipto estable y amigo es clave para la existencia de Israel.

Aunque sea en voz baja, vuelve a proponerse la revolución como solución para acabar con un única orden injusto que, además, se complace en serlo. ¿Cómo se articularía la rebelión de las masas en la época de internet y de la aldea global?

Desconfío de los medios de comunicación que prevén una oleada de revoluciones democráticas desde Marruecos a Yemen. Pero estoy acuerdo en que Wikileaks ha contribuido a «desacralizar» el poder en países como Túnez, donde el dictador perdió súbitamente su aura sagrada. Recordemos que en los años previos a la Revolución francesa de 1789, la pornografía fue clave para desacralizar la monarquía absoluta de Luis XVI. Numerosos folletos y libros se burlaban de la impotencia sexual del rey y denunciaban el furor sexual de la reina. Estos folletos y libros circularon en un nuevo espacio en el siglo XVIII: la esfera pública. En el siglo XXI, la información de Wikileaks y redes sociales como Twitter está circulando por un nuevo espacio: la esfera virtual.

En París estudia actualmente los orígenes de la economía política. ¿Dónde se sitúan esos orígenes y qué descubrimientos ha hecho durante su investigación?

Si se compara con el Derecho Romano, la economía es una disciplina muy reciente. Primero, surgió como economía política a mediados del siglo XVIII europeo. Y un siglo más tarde se convirtió en la ciencia que hoy conocemos, con sus propias y complejas leyes. En la actualidad estudio cómo la Revolución francesa contribuyó a transformar la economía política en una disciplina científica. En esa transformación fue muy importante el declive de las academias reales y el surgimiento de las universidades modernas. Hasta la Revolución, la ciencia la producían nobles y clérigos principalmente. Después de la Revolución, la ciencia se convirtió en una carrera abierta a personas con talento y su origen social fue teniendo cada vez menos importancia.

La defensa del patrimonio arquitectónico canario es uno de sus caballos de batalla. ¿Es solo por desidia por lo que no se protegen edificaciones como las viejas casas terreras?

Salvo contadas excepciones, las instituciones políticas canarias aún no saben vivir en democracia con el patrimonio histórico-artístico. Por un lado, promocionan con fondos públicos el modo de vida de los campesinos, artesanos y clases medias; así, patrocinan romerías, juegos como el palo canario y protegen el folklore y los trajes típicos. Y por otro lado estas mismas instituciones autorizan la destrucción de las casas donde vivían esos hombres y mujeres cuyo modo de vida promueven. El caso más preocupante es el casco histórico de La Laguna, con el añadido de ser Patrimonio de la Humanidad. Tan solo en los dos últimos años, el Ayuntamiento ha autorizado la destrucción de más de diez casas terreras, aun cuando es el tipo de vivienda más representativo de la ciudad desde 1496 hasta 1950. Por eso, afirmo que el Ayuntamiento no protege democráticamente el patrimonio de la ciudad, sino sólo el más monumental (palacios, casas nobles…) y, a mi juicio, el menos representativo. Desde 1999, la gestión del casco histórico de La Laguna no es un ejemplo a seguir para Canarias ni para la Humanidad.

Entrevista publicada en el periódico  El Día

Categorías: Globalización, Atención, Consciencia, Consciencia, Consumismo, Crisis, Humanidad, Paz, Vida

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