La felicidad es inherente a nuestra condición humana. Buena prueba de ello es la felicidad que desprenden los niños pequeños, especialmente cuando aún no saben palabras.
“Todos somos iguales en lo más esencial”, que es nuestra naturaleza humana, lo que nos distingue como especie.Vamos sí o sí hacia la consolidación de la conciencia planetaria; Internet es el primer gran logro de esta realidad. Toca ahora la ruptura con antiguos esquemas limitadores y excluyentes que seguirán resistiéndose en el tiempo, y la apertura a otras realidades que trasciendan la experiencia y el significado de la vida y de la muerte.
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