Afirma que cada uno es su sociedad y su mundo. El horror, el sinsentido, la locura, la mezquindad que a uno le repudia, es sólo un reflejo de uno mismo (no uno mismo como persona corporal, por así decir, sino uno como experiencia individual de vida, de su vida, tanto en lo personal como en el entorno y circunstancias que le suceden). Krishnamurti nos anima a confirmar esa afirmación en nosotros no desde un planteamiento filosófico sino experiencial; es decir, con la intención de que cada uno lo experimente en sí mismo y, si es el caso, lo vea/sienta por sí mismo y no como una creencia más. Ninguna institución organizada, ya sea gnóstica o religiosa, puede dar ese paso, por cuanto todo lo que aceptemos desde el exterior será siempre una creencia. Le faltará la consistencia y solidez de la verdad interior, la que descubre uno mismo por sí mismo en uno mismo («uno mismo», como experiencia individual de vida -lo que pensamos, sentimos, observamos, percibimos, experimentamos).
El caos que vemos en el mundo es reflejo de nuestro propio caos; es una proyección, nos dice. Y el caos es ante todo la creencia tan aferrada en la mayoría de nosotros, de ser seres fragmentados y encapsulados en un cuerpo y una mente finita que piensa esto o lo otro. Por eso Krishnamurti incide con esta meditación en el individuo, que es, en esencia, indivisibilidad, integridad, no fragmentación, completitud, vivencia espontánea de lo que es, del presente, sin residuos, sin observante ni enjuiciador mental, sin «yo», entendido como ruido psicológico. Ruido que, en el 99,99 de la humanidad existe con tal continuidad que ni siquiera es apreciable; o si lo es, lo consideramos un rasgo normal de nuestra experiencia de vida.
Al estar doblado al español, nos ayuda a centrarnos en lo que señalan sus palabras, como él más de una vez insiste. No es una disertación ni un planteamiento filosófico, sino un viaje hacia la esencia de nuestro miedo, al que este Maestro nos invita a visitar: «La Verdad es algo que ustedes tienen que ver de modo inmediato. Y para ver algo con claridad, de modo inmediato, tienen que ponerlo en su corazón y en su mente». En su consciencia.