“El punto más importante, el punto capital en la relación humana, es éste:
Cuando yo vivo en el mundo de las circunstancias, cuando yo trato con alguien, ¿espero algo de ese alguien, me apoyo en lo que voy a conseguir de esta persona? Es decir ¿establezco una relación dependiendo del objeto, o mi relación se apoya en el sujeto? En la medida en que yo vea lo otro como importante para mí, yo estaré dependiendo de lo otro: que una persona me entienda, que me acepte, que un asunto me salga muy bien, o algo parecido. Entonces yo quedo supeditado al objeto, y ya no vivo mi realidad sino que vivo la realidad de lo otro. Y condiciono mi realidad, mi felicidad, mi satisfacción, a la incidencia que ocurra en relación con lo otro (o con el otro). Y esto, de entrada, es una posición errónea. Yo he de vivir siempre, en todo momento, lo que Soy; y desde ahí vivir abierto a todo lo demás. No es que yo me quede encerrado en esto que soy, sino que desde ahí, yo quede totalmente disponible, abierto, para crecer en la conciencia de lo otro”.
Antonio Blay
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