Ayer, el presidente de EE.UU, Barack Obama, arremetió contra el Gobierno iraní, al que acusó de “preocuparse más de mantenerse en el poder que de proteger a su pueblo”. “El futuro de Irán no se verá formado por el miedo. El futuro de Irán pertenece a los jóvenes, la juventud que decidirá su propio destino”, afirmó.
“El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, advirtió ayer al Presidente Barack Obama, que “ni se le ocurra” intentar “volverse a adueñar del petróleo venezolano”. “El imperio yanki tomó la decisión de derrocar a Gadafi aprovechando la insurgencia popular; no solo derrocarlo, sino matarlo. Lo más importante para ellos es el petróleo, ellos van por el petróleo, como venían aquí”, reiteró Chávez”.
Esto es lo que hay. El resto de justificaciones es sólo manipulación política y mediática. Mentiras, y lo más trágico: desgracia y muerte para la “sociedad civil” por cuya libertad, hipócritamente, justifican la invasión… Que el presidente español manifieste que entramos en guerra por la libertad del pueblo libio, nos hace comprender que, al margen de izquierdas, derechas, centros, monarquías, repúblicas o dictaduras, todo se motiva en lo mismo: el ser humano ante el poder, el miedo y el dinero.
Estados Unidos mueve a su antojo a Europa en función de sus intereses, basados esencialmente en el control del petróleo: la sangre de nuestro mundo occidental capitalista. Es la ceguera de los grandes poderes que mueven los hilos de los líderes políticos, y que se resisten a comprender que el petróleo se acaba, lo que propiciará la invasión de los países con reservas, justificando el saqueo por razones humanitarias hacia el pueblo que aniquilan. Tras previsiblemente Irán o Venezuela, quizás ambos, seguirán otros saqueos por todo el mundo hasta llegar a la Antártida: la última gran locura que cometeríamos contra el planeta y contra nuestra propia especie.
La crisis financiera mundial creo que acabará por abarcar a toda nuestra existencia. No sabemos cuánto tiempo durará, pero se hace obvio que este sistema ha llegado a su cenit y ahora, lentamente, agoniza. Ojalá los dirigentes reales de este Sistema acepten cuanto antes comprender lo que su afán de lucro les imposibilita: todos los recursos son finitos. Sin petroleo, como civilización, estamos muertos. Habrá por tanto que intentar transmutarnos como civilización antes de que no haya remedio.