Como Albert Einstein señaló, la tragedia de sentirnos separados de los demás reside en que esta ilusión acaba convirtiéndose en prisión. Pero lo que es más triste aún es que la posibilidad de ser libres nos turba cada vez más. Cuando se abren las barreras, no sabemos qué hacer. Necesitamos que nos prevengan un poco más sobre lo que se siente cuando los muros empiezan a derrumbarse.
«Los lugares que te asustan», de Pema Chodrón
Imagen original: Javier Coso
Categorías: El poder del Corazón Puro, Consciencia, Espiritualidad, Humanidad, Libertad, Miedo, Muerte, Paz, Vida
En verdad, diría que elegimos no ser libres, aunque parezca paradójico, o mejor dicho, no hacemos para obtener nuestra libertad. Un abrazo.
Cierto. Especialmente cuando ni siquiera somos conscientes de que, de alguna forma, en algún sentido, estamos presos de nuestros dogmas, de nuestras creencias, de la imagen que creemos es fiel reflejo de la identidad de nosotros mismos.
Y cuando el espejo de las creencias que confundíamos con certezas se nos deshace… y la voz que nos hablaba como «yo» pierde su poder de identidad… ¿qué queda que pueda ser yo?
Un abrazo 🙂
Bueno, en todo caso quedaría ese punto de consciencia -observador o testigo- que se daría cuenta del fin de ese yo…
«Siéntelo, está sucediendo.
Tus pensamientos erráticos están ocurriendo.
Nada lo está haciendo funcionar. Es el gran suceso, y esto significa que es libre. No te está sucediendo a ti: eres tú sucediendo; y ésta es la diferencia.
Encuentra tu yo auténtico».
Alan Watts
Hacia ese meta de liberación por autenticidad estamos condenados a llegar todos, por naturaleza. El nivel de dificultad de ese camino depende de cada cual y sus circunstancias.