Joaquin Phoenix aprovechó la excepcional cobertura de los Oscar para lanzar un discurso que anima a despertar; o al menos, a comenzar a llamar a las cosas por su nombre, a ser más honestos, especialmente con nuestras miserias como individuos y como sociedad. No se trata de hacer moralina o de culpabilizar a unos o a otros, sino de simplemente poner sobre la mesa el hecho, la realidad, por fea, incómoda o hiriente que nos resulte.
Su discurso engloba la desigualdad de género, de razas, de posicionamiento sexual o del derecho de los animales; y lo hace como lo que son: injusticias. La injusticia de un país poderoso, un grupo minoritario de sociedad, una raza, un género o una especie animal, por ejemplo, que usa su poder para esclavizar a otros, negándole su derecho a decidir su destino, su dignidad; su vida incluso.
Señala una realidad que pocos ciudadanos aprecian siquiera, especialmente si han nacido en ciudades y su ocio se centra en el disfrute de tecnologías: hemos perdido el contacto con la naturaleza. Naturaleza a la que fisiológicamente al menos, pertenecemos. Luego realiza un mea culpa, hablando de su época libertina. Epoca que en mayor grado todos hemos recorrido, llevados por la inconsciencia que a veces se posa en nuestra vida.
Acaba su discurso con una frase de su querido hermano, que murió en sus brazos : «corre al rescate con amor y la paz seguirá».
Un discurso nada superficial, que nos anima a seguir trabajándonos en ese rescate del amor que ya somos. En cuanto a la película, resulta interesante y admite multitud de lecturas en función del espectador; desde película de antihéroe, pasando por trauma psicológico hasta trama existencial. En esta entrada comentamos al respecto de «Joker».