Aunque la Realidad es Una, la realidad que interpretamos como tal depende de la perspectiva en la que la percibamos.
A veces sucede como en este ejemplo fotográfico. Los medios de comunicación son expertos en manipular la percepción de una realidad, y saben que una buena acción atrapa menos nuestra atención que una imagen impactante, aunque –volviendo con este ejemplo- sepan también que forma parte de un todo cuyo significado es radicalmente contrario al que tratan de dar a entender.
También hay otros “enfoques” que nos impiden percibir la realidad íntegra, total, en todas sus variantes; enfoques que toman forma de prejuicios. Son enfoques más sutiles pero generalmente más drásticos en sus efectos. Prejuicios culturales, religiosos, morales: filtros que nos impiden desde el mismo instante en que fijamos nuestra atención ver con la pureza y libertad con que pudiéramos contemplar la realidad que nos rodea… y la que somos.
Filtros a veces provocados por nuestras experiencias traumáticas vivenciales pero ante todo por la domesticación a la que se nos somete para integrarnos en el paquete de creencias y prejuicios ideológicos, sociológicos, políticos y religiosos que conforman la sociedad en la que nos ha tocado vivir: la domesticación que se brinda como «educación».
Por eso un gran paso en nuestro descaminar de tanto condicionamiento, de tanta creencia falsa deliberadamente incrustada, de tanta inseguridad revestida de coraza, de tanta ignorancia y de tanto miedo, es aprender a observar cómo se desarrolla fuera y dentro de nosotros el proceso de los mecanismos de nuestras creencias y prejuicios: observar, en suma, que como aquel filósofo dijo “no sabemos como humanidad ni como individuos nada”.
Conseguir reposar sin bloqueos en la vulnerabilidad y el miedo que genera ignorar el sentido de vivir -de esta realidad que nos rodea, de nuestra identidad, de nuestra propia existencia-, es una vía excelente para recuperar –des/velar- la consciencia natural, innata y pura que nos sitúe íntegramente en la vivencia plena del presente: el único instante Real. La consciencia pura con la que nacemos. Sin juicios, sin palabras: sólo el goce, la vivencia plena, la desidentificación con la muerte y un yo… y algún que otro babeo.
Pasados los primeros días de la euforia colectiva, a nadie le sorprende la reacción internacional ante la gesta de la actual selección nacional de fútbol. Desde Alemania hasta Argentina, la prensa mundial ha valorado muy positivamente el juego de este equipo tanto por los logros obtenidos como por la calidad de su juego y la actitud de los jugadores dentro y fuera del terreno.
Es comprensible que un espectáculo de masas y un colosal negocio como es el juego del fútbol en España, haya provocado una auténtica revolución. Si a esto unimos la imagen nacional, duramente deteriorada respecto a sus socios europeos y a nivel internacional a raíz de la mala gestión realizada por sus gestores durante décadas, resulta aún más comprensible que la famosa pasión española se haya manifestado estos días en forma de presencia masiva en las calles luciendo la bandera nacional o prendas con los colores de nuestra enseña.
Esta perspectiva deportiva o mediática no nos interesa; tampoco el vínculo entre el mundo de los negocios, el de la política y el deporte rey de masas. Lo que queremos resaltar es el genio humano de un grupo de personas que han trabajado durante años para ahora ver recompensado en logros su esfuerzo, su fe y su persistencia…. (más…)
PETICION MUNDIAL URGENTE del Doctor Wayne W. Dyer, autor de «Tus zonas erróneas» y «El cielo es el límite»A todas las personas que sostienen el deseo y la intención suprema, para que reine permanentemente y de modo definitivo el Amor, la Paz y la Alegría.Con el fin de ayudar a nuestro Planeta y a todos sus habitantes a dar a luz el Nuevo Mundo, pedimos a todos ‘ los creadores de luz ‘, quienes sientan como nosotros la necesidad de hacer el compromiso de vibrar y sostener permanentemente ese estado en su máxima intensidad…. (más…)
Nos alegra compartir la celebración del encuentro VII Contigo Somos + Paz, que DM tendrá lugar el domingo 30 de septiembre en el Palacio de Congresos de Madrid (aforo 1.920 personas).
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“Con el temor comienza toda sabiduría, y quien no tiene temor, no puede saber” Francisco de Quevedo
Desde hace un tiempo cobra uso el término “buenismo”, referido a una visión sentimental que enjuicia con excesiva indulgencia la naturaleza bondadosa de instituciones y personas. En su contrapartida nos encontramos con el término “fatalismo”, lamentablemente muy presente en estos tiempos, que aparca al ser humano como sujeto determinante y lo reduce a una mera marioneta víctima del choque de circunstancias.
Como suele suceder en casi todos los aspectos de la vida, es la mesura del punto medio –o en este caso, mejor aún, el trascender ambos focos polarizados- el posicionamiento que suele brindarnos una percepción más cercana a la complejidad de factores que se cruzan y entretejen en eso que -con el sentido pragmático propio de todo lenguaje- reducimos al concepto de “la realidad”…. (más…)
Los llamados “indignados” pretendieron hacer público y manifiesto esa creciente sensación de hastío e indignación de la sociedad ante un país sometido al Poder por parte de quienes debieran representar la supuesta soberanía popular de cualquier Democracia saneada. Pero se constató que a pesar de su energía renovadora (aún latente) nuestra Democracia todavía se encuentra adormecida, inmadura, sometida al control del entrelazado juego de intereses de los poderes “independientes” que proclama nuestra Constitución. O quizás, simplemente, seamos nosotros como pueblo los que nos estemos dando cuenta de las consecuencias de nuestra inmadurez e inconsciencia democrática.
Tras un año desde aquel brote de agitación colectiva contra los cada vez más descarados abusos de banqueros y políticos -que en vez de fuerza emplean protocolo normativo y justificación económica para seguir arrebatando derechos y dignidades sociales-, llegó el fenómeno Bankia.
Y así, a golpe de indignidad, se ha acrecentado en la población el desánimo, la crispación y el miedo. “¿Por qué el gobierno no se hizo cargo de la deuda de diez mil millones de euros en sanidad y educación y sí lo va a hacer, posiblemente hasta cuadruplicar este importe, para sanear esta entidad bancaria?” Ésta y otras preguntas que intentan hallar sentido en este sinsentido comienzan a sacudir cada vez más consciencias.
Así, ante esta situación –con un barco sin capitán, ni timonel ni rumbo, rodeados por una flota de países europeos cuyo espíritu unionista se hunde como el Titanic, abordando a golpe de “rescate” los más poderosos a los más empobrecidos- algunos ciudadanos, organizaciones y colectivos se muestran partidarios de la opción de la insubordinación social radical antes que seguir sufriendo indignidades aún más graves.
Otros ciudadanos callan: algunos, esperanzados; otros, más que esperanzados, temerosos de avivar un conflicto que devenga en revuelta civil… Y así andamos mientras, siendo abordados como país bajo la bandera eufemística de “rescate europeo”.
Más allá del buenismo y del fatalismo hay realidades manifiestas. Una de estas realidades es que la Democracia española se halla debilitada. Tras “casi” cuarenta años de convivencia democrática en los que gran parte de la secura de licencias reprimidas se nos ha satisfecho, hemos comprobado que vivir realmente en Democracia exige una contraprestación en forma de compromiso.
También hemos comprendido que para que un Estado de ponderada libertad se mantenga saneado, se hace necesario inevitablemente la implicación directa y constante de su ciudadanía. La libertad exige responsabilidad, al igual que la Democracia.
Otra realidad es que la pobreza de un país no tiene que ir pareja con la dignidad de sus habitantes, especialmente si asumen su pobreza… Actualmente España es un país pobre. Según un reciente informe de Unicef, los niños españoles son el colectivo social más afectado por la crisis económica, con casi dos millones doscientas mil niños (2.200.000) viviendo por debajo del umbral de la pobreza; unas cifras sólo superadas en la Europa de los veintisiete por Rumania y Bulgaria.
Quizás sea señal de fatalismo considerar que nos hallamos experimentando una nueva clase de guerra. No una guerra de fuerza ni una guerra fría, sino aquella cuya estrategia se centra en conseguir el control económico de los países a someter, aprovechándose de la ineptitud o complacencia de sus dirigentes así como del letargo, la desinformación, la desunión o incluso la cobardía de la población a la que somete.
Esta guerra aspira a una globalización uniformadora y monopolizadora tan plana, pobre e innatural como la que surgiría si pretendiéramos que todas las tribus, etnias y culturas del planeta tuvieran la misma moneda, la misma lengua y la misma idiosincrasia impuesta tras el desarraigo de sus raíces ancestrales. “Raíces” que no sólo señalan metafóricamente la estrecha vinculación que ha de existir entre los habitantes de un territorio, y el cuidado y respeto hacia su espacio, hacia su naturaleza y hacia todo aquello que los hace únicos y distintos del resto de su especie. Democracia y responsabilidad ante nuestro medio ambiente van también de la mano, no sólo por buenismo, fatalismo o ecologismo, sino por hallarse en la Naturaleza que nos permite la vida, gran parte de nuestro futuro además de nuestra esencia.
Ante la creciente gravedad que toma esta crisis algunos piensan que es hora de dejar las buenas formas a un lado y llamar a las cosas contundentemente por su nombre, por mucha crispación que este proceder genere. Podemos jugar entonces al mismo juego que han jugado los políticos desde tiempos de Roma: la lucha de poder por el poder a base de dialéctica, con la intención principal de erosionar la imagen del grupo o de las personas que ostenten el poder en ese momento. (Se erosiona el proyecto con argumentos, y si no hay argumentos, se erosiona la imagen pública de quien obstaculice sus intereses.)
Pero también podemos tratar de recoger el testigo y actuar en consecuencia, tomando parte activa, decidiendo como individuos y ciudadanos por nuestro propio criterio en vez de limitarnos a seguir liderazgos ajenos. Este cambio nos exigiría mayor responsabilidad -porque como bien sabemos es menos grato tomar decisiones y asumir sus consecuencias que seguir órdenes externas- pero también nos brindaría una mayor y más profunda sensación de libertad, de dignidad y de coherencia, convirtiéndonos en ejemplos vivientes de aquella histórica máxima de Gandhi aplicable a cualquier sociedad y tiempo: sé el cambio que quieres ver en tu mundo.
Que ese rescate de valores sociales y humanos se nos haga efectivo de forma individual, a golpe de trabajo interior, voluntario y responsable. Que el respeto a las instituciones democráticas por parte de las personas que las gestionan y nos representan impere en su proceder, y cuando no sea así el caso, que seamos los ciudadanos como miembros de la sociedad los que de manera responsable y solidaria exijamos sin dobleces su rectificación, o llegado el caso su dimisión.
Que cada cual en su actividad profesional o en su entorno social intente convertirse en ejemplo viviente de lo que desea sea su sociedad. Sólo así seremos capaces de trascender la inercia de la sumisión colectiva y trastocar la mente y el corazón de todos, comenzando ineludiblemente por los de cada uno.
Más allá del buenismo y del fatalismo, que así sea… desde hoy mismo.