
El anciano observaba impávido, indiferente a todo lo que no fuera el agua que discurría cadenciosamente ante sus ojos. Le encantaba recrearse en la belleza del río, con su murmullo de vida desgastando las pulidas rocas que hallaba en el transcurrir de su camino. Pero lo más maravilloso de todo sucedía en profundo silencio: la enseñanza de simplicidad y paciencia que le regalaba el agua en su naturaleza.… (más…)




