En su obra maestra, “Elogio de la sombra”, Junichiro Tanizaki considera el culto a la sombra como una de las características esenciales del sentir estético de la idiosincrasia japonesa:
“En Occidente, el más poderoso aliado de la belleza fue siempre la luz; en la estética tradicional japonesa lo esencial está en captar el enigma de la sombra. Lo bello no es una sustancia en sí sino un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va formando el juego sutil de las modulaciones de la sombra. Lo mismo que una piedra fosforescente en la oscuridad pierde toda su fascinante sensación de joya preciosa si fuera expuesta a plena luz, la belleza pierde toda su existencia si se suprimen los efectos de la sombra”.
Tadashi Tajima, maestro shakuhatchi -flauta dulce empleada por los monjes Fuke Zen, en sus prácticas de Suizen-, refiriéndose a dicho instrumento, comenta:
“En la interpretación de la flauta estos monjes buscaban básicamente dos cosas: la emisión de sonidos ásperos o «sucios», -ya que creían que a través de estos podrían purificar su espíritu-, y el control de la respiración”.
En estos días el mundo ha sido testigo de estas sombras y de estos sonidos ásperos y sucios. El dolor, la muerte y la destrucción han permitido mostrar la nobleza del pueblo japonés y su capacidad de control e inmediata implicación en la labor común; su profundo sentido comunal. En lo personal, una escasa exteriorización de su dolor y un sentido de la intimidad y el pudor, dignificante. El pueblo japonés, tan poco dado a la improvisación, ha tenido que vivir una experiencia que ha sacado a la luz lo mejor de sí mismo.
No obstante, los medios informativos del mundo han querido en gran medida sacar tirón del miedo colectivo, centrado en este caso en los riesgos de la energía nuclear. Su labor ha sido hasta cierto punto útil en cuanto cumplían su papel informativo. Sin embargo, en muchos casos se ha creado una sensación de urgencia innecesaria y muy dañina.
Esa sensación no era por los japoneses ni por la lucha que aún mantienen contra el hambre, las enfermedades y el frío: era nuestro miedo, el miedo que habita en cada persona respecto a los devastadores efectos que pueda causar la radioactividad y el caos de una devastación.
El pueblo japonés ha sufrido en poco más de medio siglo la radiación incontrolada por razones bélicas, y el riesgo a sufrir de nuevo sus trágicas consecuencias por haber confiado en quienes les prometieron que sería una vía segura y barata de brindar la tan necesaria energía que facilitara su creciente progreso.
Por esa gestión irresponsable, circula estos días una energía que envuelve a todo el Planeta: es miedo, es ira, es incomprensión. Los desastres naturales se ceban con algunas zonas de la Tierra y el hombre destruye al hombre bajo proclamas de libertades que sólo buscan el dominio global de la actual energía de las energías: el petróleo. Dicen que la energía del petróleo dará lugar a la solar, pero que el bien más preciado pasará a ser el agua, que permite la vida.
El tiempo nos dará la respuesta debida. Mientras, podemos ayudar cada uno a generar energía que compense el miedo que la inconsciencia colectiva de los Medios y el dolor generado de forma natural por la Existencia y por la avaricia humana, tiñe de sombras y sonidos ásperos al mundo estos días.
Quizás estas imágenes y el arte magistral de Tadashi Tajima ayuden. Seguro que sí lo hará entregarse a este juego que nos brinda Jon Kabat-Zinn:
“Empiece centrándose en la postura y en la respiración. A continuación, desde el corazón o desde el vientre, invite a sentimientos o imágenes de bondad o de amor a irradiar hasta que llenen todo su ser. Permita que su propia conciencia lo acune, como si fuera tan merecedor de bondad amorosa como cualquier niño. Permita que su conciencia encarne tanto la energía de una madre benevolente como la energía de un padre benevolente, que exprese reconocimiento y respeto hacia su ser, así como una bondad que quizás usted no recibió lo suficiente de pequeño.
Permítase disfrutar de esta energía de la bondad amorosa, inspirándola y espirándola, como si fuera un canal de nutrición que ha estado en mal estado mucho tiempo pero que finalmente está haciendo llegar el alimento que tanto necesita.
Invite a los sentimientos de paz y de aceptación a estar presentes en usted. A muchas personas les resulta útil decirse a sí mismas de vez en cuando cosas como: “Puedo estar libre de toda ignorancia. Puedo estar libre de la avaricia y del odio. Puedo no sufrir. Puedo ser feliz”. Pero lo que se pretende con las palabras es evocar sentimientos de bondad amorosa. Con ellas nos deseamos todo lo mejor a nosotros mismos, son intenciones generadas conscientemente para poder estar libres, en este momento por lo menos, de los problemas que con tanta frecuencia creamos o exacerbamos debido a nuestro miedo y nuestro descuido.
Una vez se sienta estable como foco de amor y de bondad que irradian por todo su ser, lo cual no es otra cosa que acunarse a sí mismo en el seno de la bondad amorosa y de la aceptación, puede permanecer ahí indefinidamente, bebiendo de esta fuente, bañándose en ella, renovándose, nutriéndose, revitalizándose”.
Entreguemos parte de esta bendita agua a todos los confines del planeta. Imaginémoslo, sintámoslo. Seamos voluntarios focos de amor que inunden de Amor la Tierra.