El VIAJE DE RIDDHI

Alegría

Alex Mercado comparte algunas prácticas reflexiones sobre la vida; especialmente cuando ésta nos sorprende con la posibilidad de cambiar nuestro rumbo trazado, confrontándonos con nuestros prejuicios y miedos.

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Jan Kersschot nos invita en su último trabajo a abordar una aparente confrontación con lo que es, con lo que somos. En “Más allá” se nos propone establecer un vínculo distinto al que normalmente asume un lector en su compromiso voluntario con un libro. Las palabras que contiene no son el resultado de una reflexión personal del autor dirigidas a la comprensión intelectual del lector. Jan Kersschot nos anima a intentar leer más allá de las palabras, observando simultáneamente el blanco que las sustenta; es decir, abordando su lectura como una indicación impersonal de la Consciencia a la Consciencia, o lo que es lo mismo: un contacto entre olas en la unicidad del océano que somos.

Afín a la actitud sencilla y pragmática de su autor a la hora de expresar su mensaje, el contenido de “Más allá” no pretende sumergirnos en realidades oníricas ni en estados fantasmagóricos de consciencia. La Realidad que nos señala es única, ordinaria, sin niveles ni embelesamientos: “Lo-Que-Es”, por emplear uno de los múltiples conceptos que tratan de apuntar al Misterio Inefable que soporta, contiene y manifiesta Todo.

Desde aquí queremos dar las gracias a Jan Kersschot por su disponibilidad y deferencia al concedernos esta entrevista, así como por la labor que realiza en la difusión de la Enseñanza Viva. Recomendamos la lectura de “Más allá” a los buscadores de enseñanzas prácticas y directas sobre la Realidad última que todo y todos Somos. En sus propias palabras:… (más…)

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Cierta mañana acudió entre los visitantes un profesor de filosofía, procedente del norte de la India. Ya había visitado a Maharaj varias veces. Aquella mañana lo acompañaba un amigo suyo, que era un artista de cierta categoría, pero que al parecer no tenía ningún interés especial por los temas de lo que habla Maharaj.

El profesor abrió el debate. Dijo que le había impresionado tanto lo que le había dicho Maharaj en su última visita, que cada vez que pensaba en ello sentía como si lo recorriese el cuerpo una oleada de vibraciones. Maharaj le había dicho que el único “camino” para volver atrás era aquel mismo camino por el que había llegado, y que no había ningún otro. El profesor dijo que aquella frase le había tocado una fibra muy honda, sin dejar lugar a las dudas ni a las preguntas. Pero, más tarde, cuando se había puesto a pensar profundamente en la cuestión, sobre todo en el “cómo”, se había encontrado enredado irremediablemente en una maraña endiablada de ideas y de conceptos. Dijo que se sentía como un hombre que hubiera recibido el regalo de un diamante precioso pero que lo hubiera perdido después. ¿Qué debía hacer ahora?
Maharaj empezó a hablar en voz baja. Dijo:

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LUZ

Hay momentos  en que nos sentimos desalentados en medio del camino. Instantes en que parece faltarnos el ánimo para continuar con la marcha en nuestras vidas. La tristeza, la traición, la pérdida, la desconfianza, el miedo, el odio, la apatía… son entre otros los detonantes. Sin embargo, a veces nos sucede sin causa aparente. Momentos en que simplemente nos cuesta asumir la fragil vulnerabilidad humana, como diminutas piezas engranadas en el misterioso, caótico e insondable fluir de nuestra existencia.

Es en estos casos en los que -de forma más auténtica, humilde, intensa y profunda- valoramos el poder de empatía, cuando una persona nos brinda su atención, su escucha, su comprensión, su apoyo, su cariño… Nos brinda justo lo que más necesitamos para recomponer nuestras heridas. No nos sirven tanto en esos momentos de desánimo las palabras que nos enjuician ni los consejos sobre cómo debemos o no actuar… La muda presencia de unos ojos comprensivos ejercen sobre nuestro ánimo una fuerza tal, que no puede equipararse ni al mejor de los discursos bienintencionados ni al más justo de los juicios. … (más…)

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«Había un hombre en Bombay, Nisargadatta Maharaj. Nadie lo conocía por este gran nombre; era conocido por las masas como «Beedie Baba» porque estaba continuamente fumando beedies. Creo que India tiene setecientas mil aldeas y en cada aldea puede encontrar al menos a uno de estos tipos. Amrito me escribió hace unos días, porque otro joven holandés se involucró mucho con Beedie Baba… El hombre parece ser muy sincero, pero el problema es que las personas que vienen de Occidente tienen un corazón muy infantil, muy confiados, y desconocen que en la India la espiritualidad es solo una rutina. Todo el mundo habla de grandes cosas y sus vidas son lo más feas posibles…. (más…)

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Excelente película basada en la vida de Florence Foster Jenkins, una acaudalada mujer que vivió en carne propia el síndrome del «Rey desnudo», el famoso cuento de Hans Christian Andersen. Advertía el cuento: «No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad»; en la película podría apostillarse «no siempre lo que todos dicen es en verdad lo que todos piensan».

Negada de talento para el canto, pudo sin embargo sentirse diva de la voz por la labor de su marido -consejero y conseguidor, pero no amante ni fiel-, quien gracias a su  dinero (al de ella) pudo contratar a músicos y público que alabaran su arte a cambio de una buena paga… Así vivió en ese engaño durante años esta buena mujer, hasta que un día tomó la iniciativa sin intermediar su marido y se dio de bruces hasta el alma con la triste realidad. Tan triste que conocer la pobreza sus limitaciones y  la farsa en la que había brindado su «talento», la llevó en su pena a la muerte.

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LAGO NAIVASHA

Nos recibió el lago Naivasha un día gris y caluroso. Pertrechados con chalecos salvavidas (a pesar de que el nivel del agua apenas nos llegaba al pecho), pudimos contemplar águilas y cebras. Tras un largo viaje hasta Kenia, fue nuestro primer encuentro con la naturaleza salvaje que África nos prometía.

RESERVA MASAI MARA – SERENGETI

Al día siguiente conocimos un poblado de masáis. Considerado como “los gitanos de África”, han sabido mantener y hacer valer sus tradiciones en los distintos países en que fue dividido su territorio. Junto al cuidado tradicional de sus vacas (que consideran sagradas y les permiten su sustento), el turismo ha ido convirtiéndose poco a poco en una fuente importante de ingresos. La representación que nos hicieron con cierta dejadez de sus danzas, no dejó de impresionarnos. Tras los bailes nos mostraron algunas de sus chozas, construidas con los excrementos de su ganado y que consistían en tres pequeñas oquedades y una fogata en el centro. En unas de las paredes, un minúsculo respiradero no impedía que el aire nos resultara irrespirable.

Continuamos recorriendo el Seregenti, “la llanura sin fin”. Su belleza, su majestuosidad, su inmensidad, nos permitió contemplar toda clase de animales salvajes viviendo libres en su medio. Contemplamos manadas de hipopótamos, de cebras, ñus, búfalos… Vimos jirafas, familias de elefantes y un rinoceronte y su cría, que no dudaron en despejar de su ruta a una manada de búfalos. Y de camino al campamento, un nuevo atardecer puso el broche al día.

LAGO VICTORIA – SERENGETI

Nos despertamos de madrugada y pudimos contemplar el amanecer desde el Seregenti: una de las mejores experiencias del viaje. Partimos temprano y recorrimos pueblos y más pueblos. Así, disfrutando durante el trayecto de la perspectiva en lo alto del camión, recibimos saludos y devolvimos saludos; y en ese dar y recibir percibimos una humanidad más espontánea y viva. Mucha felicidad honesta en los rostros de las personas. Y mucha pobreza.

Llegó el momento de atravesar el Lago Victoria, dándonos cobijo en una de sus islas -con aves, infinidad de aves, y una horda inimaginable de mosquitos-… y otro bello atardecer. Y tras la cena, algunas conversaciones al abrigo de una fogata.

Despertamos con la visión de las águilas posadas en la costa, bebiendo agua del lago, justo enfrente de nuestro campamento. Ese día visitamos un poblado cercano de pescadores. A través de sus viviendas de hojalata nos mostraron cómo secaban los pescaditos al sol, cómo recogían sus barcas y cómo tasaban y limpiaban su pesca. Fuimos invitados también a su humilde escuela y a acompañarles en un cántico de bienvenida de sólo tres sílabas: “Ia-ya-ya”. Más tarde nos acompañó un arco iris y niños y más niños; cándidos la mayoría y algún que otro pillastre… Y tras pasar la tarde libre, para descansar de tanto viaje, cerró el día un atardecer solitario entre aves.

Nuevo amanecer y “supermadrugón” (4:30). Dejamos el Lago Victoria aún de noche y retornamos a la llanura tostada, verde y viva, con ese cielo azul intenso y el peregrinar de nubes blancas. En esa jornada observamos a los buitres y a las hienas manchadas. Y a un imponente león, tumbado con elegancia felina sobre una pequeña loma, con su pelaje bailando al son del viento como la hierba en el horizonte. Vimos también en la lejanía, leopardos y guepardos, y leones copulando, y monos, y más ñus y más cebras…

Aún nos quedaría la visita al Crater del Ngorongoro y a su incomparable entorno. O el viaje en avioneta hasta Zanzibar, visitando Stone Town, una de las ciudades históricas más bellas de Africa (Patrimonio de la Humanidad) o las famosas playas de Jambiani y Bewjuu, con sus tonalidades esmeraldas, el encanto de las mujeres pescadoras recolectoras de algas o el restaurante la roca… Mejor verlo en video.

CONCLUSIÓN:

¿Recomendaría este safari mochilero en camión por 2000 kilómetros de espacios naturales en África?: sin duda. Es un viaje a realizar por todo aquel que sienta amor por los animales, la vida y la naturaleza.

 

 

 

 

 

 

 

 

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