“Cosas del Camino” es un vademecum existencial que el autor extrae de su variada e intensa vivencia experiencial, escrito en un periodo y unas condiciones personales especialmente difíciles.
Es un libro breve, de máximas profundas, condensado, donde se pincela lo divino y lo terrenal, el cosmos y la interioridad, la trascendencia y la inevitable fragilidad humana…. (más…)
Breve y espontánea disertación sobre los tres niveles del amor, en presencia del Dalai Lama, que impartió Dada Vaswani en su noventa y cinco cumpleaños (fallecido este mes, a los 99 años).
Distingue en su explicación los tres niveles del amor: el amor condicionado «Eros» (si), el amor causal, de correspondencia, «Filos» (porque) y el Amor Incondicional, Espiritual, el más puro y verdadero (a pesar de).
«No digas te quiero,
regala amor y cuando me acerque,
entonces tu amor y el mío será “uno”: el amor que “une”.
Regala amor puro, sin condiciones, sin medida, sin orden…, ama!
y no mires a quién ni cómo.
Entiende que, cuando el amor visita desborda,
entonces la mente calla.
Es momento de escuchar al corazón o, más bien, a lo que hace que palpite.
“A modo de ejemplo, al verle caminar por la carretera, un taxista se ofrece para llevarle a su destino. Le lleva dando vueltas y vueltas y finalmente le deja en su casa, cobrándole una cantidad desorbitada. Usted sale de la casa ya por la tarde y se da cuenta de que ha cogido el taxi muy cerca de donde quería ir. El taxista le trajo a casa dando una gran vuelta.
Otros gurús, como Osho, son así. Le muestran un camino largo y difícil para obtener la autorrealización. Aunque estamos completamente apegados al mundo y nos movemos en él, la raíz de nuestro apego es únicamente el amor de uno -el conocimiento de la existencia de uno…. (más…)
Compartimos esta charla entre Cesar de Morey y Sergi Torres, centrada en la experiencia de existir sin miedo a vivir. La esencia de este enfoque parece radicar en realizar un cambio de actitud, abriéndonos a abrazar nuestros miedos, dándonos permiso para experimentarlos paulatinamente, con coraje pero también con paciencia y compasión. Esa apertura a la experimentación del miedo acaba por restar fuerza al peor de los miedos: el miedo al miedo.
Al comenzar a abrazar nuestros miedos, conseguimos disolver poco a poco la disociación existente entre nuestra mente y la experiencia directa de vida. Se mantiene activo en nosotros el miedo biológico –mecanismo de supervivencia inherente en todo ser vivo-, pero vamos despojándonos de la tendencia a fijar nuestra atención -y así alimentar- un miedo psicológico. Ese miedo lo genera la identidad construida a través de los pensamientos que vienen a nuestra conciencia. (Es el “hombre idea” que señala Antonio Blay: la imagen mental que tengo de mí.) Ese yo personal olvida el Yo impersonal. Y en ese olvido desterramos de nuestra consciencia el hecho de que la felicidad que buscamos es un estado impersonal, transpersonal; y lo que es aún peor: en esa búsqueda errada generamos su contrario, la sensación de infelicidad.
Muchas relaciones de pareja se basan en la exigencia del sacrificio de la felicidad del otro como prueba de su lealtad; sacrificio del otro que creemos necesario para nuestra propia felicidad. Pero, ¿cómo puedo exigir amor si no respeto la libertad del otro? Y más importante aún: ¿cómo puedo pretender ser feliz exigiendo la felicidad en el otro, si no sé ser feliz por mí mismo? El «amor» se convierte así en un triste eufemismo de represión y chantaje, en vez de ser fruto de la libertad y respeto. Ser consciente de estos mecanismos de autoengaño y sabotaje –ver esta realidad con honestidad-, nos permite ir poco a poco debilitando estos patrones viciados de comportamiento.
Desde un enfoque adaptado a la modernidad de nuestro tiempo, su mensaje intemporal nos plantea la pregunta que ha originado el deseo más primario de la humanidad: saber qué somos.
«¿Quién soy?» nos conduce desde las percepciones y razonamientos hasta más allá del pensamiento; o mejor dicho, hacia antes de su formación. Finalmente, la atención se centra en ese espacio vacío y sin límites en el que transcurre la experiencia íntima de cada uno -en cuanto individuo que creemos ser-, y la vida y el entorno que creemos nos rodea. Realizar el «Samadhi» significa despertar/avivar/expandir nuestra atención más allá, más cerca, -antes- del pensamiento errado de creerse una «persona»; esto es, un ser humano, aislado e independiente, que piensa e interactúa con el mundo hasta su muerte, gracias a su cuerpo y a su mente.
La experiencia más allá, más cerca, antes del pensamiento inicial que recrea en cada ser la matriz que conforma nuestra realidad aceptada del mundo físico y material, constituye el albor del establecimiento del Samadhi: el estado Real de la Conciencia, del Ser, de «Dios». «Lo» inefable, por cuanto es el Espacio -Único, Consciente y Vacío-, en que cada ser vivo es consciente de que es -de que existe- mientras transcurre la experiencia de su vida. Tomar Consciencia de la Unicidad del Espacio que «sostiene» el flujo fenoménico de la Vida (la manifestación física de Toda la Existencia) exige dejar atrás la idea de ser una identidad propia y separada. Sólo así podemos desvelarnos en el Ser: en el Vacío con potencial Absoluto de Lo que Es, cual Uno en su Totalidad, momento a momento.
Como advertía el misticismo medieval: «Es el Misterio de los misterios»… El Misterio que habita en toda la existencia y en todos nosotros. No hay que temerLo, ni temer perderLo; ni a Su juicio, ni a ser lo suficiente bueno o justo para obtenerLo: La Maravilla que ya Somos espera nuestro despertar por toda la eternidad 🙂 Es lo que Somos justo en este instante. Es lo que Es. Ahora. Siempre. En Absoluta Plenitud. En Infinita Inteligencia. En Amoroso Vacío. Momento a Momento.
«Samadhi es despertar de la identificación con la prisión a la cual llamo -yo-«, se afirma en el video. Samadhi es un instante de eternidad consciente Absoluta, y un retorno dichoso a este juego de luces y formas, de vidas y muertes, de goces y horrores, de mentiras y creencias; de la idea juguetona, tortuosa y fantasmagórica a la que hemos consagrado nuestra existencia y civilización: la idea que piensa ser un «yo» fisico y mental, aislado en su universo personal, destinado tras nacer, a morir.
“La mejor forma de ayudar a alguien es llevarle más allá de la necesidad de ayuda”.
Nisagardatta Maharaj
El indalo es una figura ancestral. Descubierta en la Cueva de los Letreros, en Almería, se trata de una pintura rupestre de la Edad del Cobre. Muestra a una figura humana con pies y brazos extendidos y unidos en un arco.
Representa al cazador, pero también a la fertilidad de la tierra. Su postura con las piernas bien extendidas simboliza a un ser enraizado en la vida. Los brazos extendidos y la bóveda que los une simboliza su integración con toda la existencia.
Floyd Red Crow Westerman fue músico, actor y reconocido activista político de causas indígenas. Como miembro del pueblo Sioux, creía que la Humanidad y el Planeta llevan años atravesando un ciclo de profunda renovación. Según él, “la Tierra está muriendo por dentro debido a la incapacidad del hombre en comprender su papel humano y espiritual en el mundo que le rodea”. Para los pueblos Sioux y Hopi, el mundo es material pero su esencia es Espíritu. Todo es manifestado por una energía espiritual, inteligente y creadora. Los Sioux lo llaman “Konkachila”, el abuelo.
Alrededor de un 70 % de nuestro cuerpo es agua. Por lo tanto, para tener buena salud necesitamos beber agua salubre, potable. Lamentablemente nos hemos acostumbrado a no poder beber agua del grifo o a que la que fluye libre en la naturaleza se halle contaminada, como sus terrenos, en gran medida por la acción del hombre. Hemos asumido con resignación que envenenar el agua de la Tierra o devastar los bosques del planeta sean consecuencias inevitables de nuestro modelo de vida…. (más…)
A pesar del valor y la trascendencia de su trabajo pionero en la psicología transpersonal en España, la labor divulgadora de Antonio Blay resulta para muchos una incógnita.
En palabras de su hija, Carolina Blay, su padre “nos habla de un modo claro, concreto, directo; pero sobre todo nos habla de un modo sincero. Nos habla desde su experiencia”.
Para Antonio Blay existen seis actitudes erróneas que intoxican el espíritu de fraternidad en la relación entre personas. Pero como él mismo advertía: “No basta con leer una lista de actitudes erróneas si uno no las identifica, de hecho, en su propia actitud diaria”. “Veamos por qué puede ser tan poco satisfactoria la relación humana”.… (más…)