Muchos eruditos reconocidos en sus ámbitos de estudio sobre el ser humano, resaltan que la sociedad ejecuta siempre una función de adiestramiento de las personas a costa de reprimir lo sublime de cada individuo. La sociedad nos hace más adaptables a la convivencia productiva, pero no más abiertos de mente para permitir la libertad del otro, para honrar y respetar su singularidad, por hiriente, chocante, ridícula o incomprensible que inicialmente nos parezca; para tratar al otro, como mínimo, con el mismo respeto con que nos tratamos a nosotros mismos.
Ser, sin juicios
En mi juventud malinterpreté la vida, como suele ocurrirnos cuando dejamos de seguir nuestro corazón y aceptamos las premisas y paradigmas que otros nos inculcan. En mi inmadurez, llegué a creer que el miedo a la vida se vencía luchando contra él una y otra vez, como un toro encabezonado y terco, golpeándose ciegamente contra el obstáculo de su temor… Y cuando mi corazón temblaba roto de miedo ante la vivencia que iba a experimentar, creía, en mi ignorancia, que esa traición a mi corazón formaba parte del endurecimiento de carácter necesario para convertirme en una persona más madura y valerosa…. (más…)
Ítaca o la maestría
Tristeza # Felicidad
Sin juicios
“La aceptación de la voluntad de Dios o de la Ley Cósmica -en la cual se cifra nuestra paz- debe incluir la totalidad: nosotros no podemos juzgar a Dios.
Debemos aceptar que lo ocurrido con Hitler, que implicó la muerte de millones de judíos, se debió a Su voluntad, al igual que la existencia de Jesucristo o la proliferación de madres teresa. Dicho de otro modo, la madre Teresa y un organismo psicópata están creados por la misma Fuente -o Dios…. (más…)




