«Un adulto que revisa y restaura su relación con su niño o niña interior no se vuelve más infantil, sino más completo. Sencillamente, siente su pecho más habitado, y esto es lo que desencadena, a su vez, otros tipos de cambios para él y su entorno. Adquiere la libertad de poder acceder a la energía y a las riquezas que le eran propias en su infancia, haciéndolo de una forma consciente, cuando lo desea o lo necesita, y de la manera más sintonizada con su experiencia interior. Extrae de su historia personal, desarrollada en esta parte de su vida, toda su riqueza y enseñanza, mucho más allá de la calificación en buenas o malas experiencias».
Alain Vigneau