El VIAJE DE RIDDHI

Perdón

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«La Natividad», de Georges de La Tour (1640)

Parece que este año se vive la desesperanza en muchos aspectos, y su más peligroso aliado: el miedo a lo que pueda traernos la vida. Esta situación es palpable a lo largo del año, observando el ambiente enrarecido de medios y redes y la irritación emocional en la que ha derivado tanta indignación no canalizada. Este ambiente enrarecido ha dado lugar a unas relaciones entre extraños frías, soterradamente agresivas… Parece que quedaron en el pasado las formas primigenias del trato entre semejantes -la llamada asignatura de «urbanidad»-, en la que resultaba inconcebible no entrar en un recinto sin desear los buenos días a los presentes, o tan sólo apreciar su presencia saludándolos. Ese vínculo parece que hoy en día ha pasado al olvido, como compartir con propios y extraños las luces navideñas. … (más…)

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«Aunque estar presente es simple, no es tan fácil permanecer presente mientras vives tu vida, trabajas y participas en tus relaciones. Estamos constantemente siendo arrastrados hacia el mundo de la mente. Si vas a integrar la Presencia en tu vida cotidiana, hay una serie de pasos que tienes que tomar y unas pautas que deberás seguir.

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«Home» es un documental dirigido por Yann Arthus-Bertrand y estrenado en 2009. La película está enteramente compuesta por vistas aéreas de diversos lugares alrededor del mundo junto a la voz de un narrador. Muestra la diversidad de la vida en La Tierra y cómo las actividades humanas se han convertido en una amenaza para el equilibrio ecológico del planeta».  Wikipedia

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En estos días causa sensación este video, donde podemos contemplar a algunos de los principales mandatarios mundiales entonar el mítico tema «Imagine», de John Lennon. La composición y el efecto de playback está tan logrado que muchos pensábamos que en el video había gato encerrado o un nuevo Banksy de la edición de videos. Pero no… En este mundo donde las corporaciones deciden prácticamente casi todo en nuestras vidas -no sólo lo que compramos, comemos, pensamos, votamos, etc.-, era de esperar que este gran trabajo tuviera un fondo publicitario, como así ha sido.

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Gracias a Bet

«No hay dos yoes, uno separado y otro real. El yo real es siempre el único yo que existe, aunque se ha enredado tanto con los pensamientos, sentimientos, sensaciones y percepciones, que ha llegado a parecer que hay otro tipo de yo, uno que está limitado y separado, y que se halla localizado en el interior de cuerpo.

Sin embargo, este yo limitado no existe. Nuestro yo verdadero y consciente nunca es un yo separado, de la misma manera que una pantalla tampoco se convierte en un paisaje cuando comienza la película…. (más…)

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Obra de Nicomedes Go

Obra de Nicomedes Gómez

Dejados tras de sí los días de celebración de la pasión y muerte de Cristo resucitado, algunos católicos amantes de la cristología y la soteriología ―como servidor― echamos de menos una distinción por parte de las autoridades eclesiásticas, de las tres divisiones que podríamos obtener de Jesucristo: el «Cristo lunar de la fe» (el celebrado en Semana Santa), el «Jesús de la historia», y el «Cristo solar o esotérico».

En este sentido, da la sensación que cualquier intento de reivindicar la figura solar de Jesús el Cristo, opuesta tanto a la del Cristo lunar predicada por Saulo de Tarso como a la del Jesús de la historia, ha de darse de bruces, no únicamente con la oposición, o, cuando menos, reticencia de la Iglesia Católica, sino también con la de los mismos cristólogos e historiadores católicos, quienes rechazarían así mismo una figura gnóstico-esotérica de Jesús el Nazareno basada en el mito, la alegoría y el símbolo.

A mi entender, como cristiano católico, el interés del esoterismo por reivindicar su propia figura de Cristo es también perfectamente lícito e, incluso, loable. ¿Por qué hemos de limitarnos al dogma de fe y a la tradición paulina? ¿Por qué basarnos sólo en los pocos datos históricos sobre Jesucristo y los primeros cristianos (véase: Cayo Cornelio Tácito, Anales; Flavio Josefo, Antigüedades de los judíos; Cayo Suetonio, Vida de los doce césares), o en las imposiciones de la «fe del carbonero» del Catecismo de Astete? Acaso, ¿no tenemos los católicos la posibilidad de valernos de la fe que busca entender, la fides quaereus intellectum de Santo Tomás de Aquino?

Sin ir más lejos, es en efecto esta reivindicación el espíritu que subyace en el esotérico Evangelio de San Juan, aquél que ya los cátaros y los templarios asimilaron para oponerse al exotérico y paganizado cristianismo paulino que ha llegado hasta nuestros días de pasos, saetas, costaleros, manolas, imaginería y folclore por doquier, al que consideran de concepción lunar y dogmática. Cátaros y templarios, efectivamente, se ocuparon de difundir una concepción solar del hombre cristiano, o, dicho de otra manera, dar a la vida del hombre cristiano un sentido iniciático, y, por qué no, católico, que encauce una dirección diferente a la que seguiría la involución de la ortodoxia cristiano-católica devenida en Romanismo.

Pero el desafío para cualquier católico de nuestro tiempo es muy grande dado que, esa concepción gnóstico-esotérica identifica a un Jesús, haz de Dios, como a un ser dual simbolizado en una doble faz cuyo envés sería el mismísimo Lucifer, el Portador de la Luz del conocimiento o de la Inteligencia Suprema. El gnosticismo a su vez, como corriente esotérica cristiana inspirada en una concepción solar del hombre, afirmaría ―como defendió el gnóstico Marción― que Cristo es hijo de un Dios de Amor, hijo de un Dios desconocido (el Agnos-Deo de los antiguos griegos), y que todos los profetas y creyentes del Antiguo y Nuevo Testamento serían los acólitos del falso dios del judaísmo, Yahvé. Por tanto, los cristianos gnósticos, a diferencia de los cristianos católico-romanistas, concebirían no a un Dios único sino a un Dios dual: Bafomet, en cuyas dos cabezas estarían la imagen de Dios y la imagen del Diablo. El Abraxas o la idea de que Dios y el Demonio forman una unidad, que el principio del Bien implica el del Mal opuesto, pero complementario.

Al mismo tiempo, el gnosticismo era un desafío poético del pensamiento religioso que se iba imponiendo. Era también ―y parece seguir siéndolo― un desafío político en oposición a un dogma en el cual para engrandecer a Dios había que entenebrecer y «demonizar» a Lucifer, hasta asentar el tradicional negativo concepto judeocristiano de Satán, como ángel caído y personificación e instigador del Mal.

En descargo de dicha concepción revolucionaria y herética de Cristo, conviene recordar y señalar a su vez, el carácter marcadamente gnóstico del Evangelio de San Juan precisamente, y, para acentuar los rasgos divinos de Jesús, San Juan recurre en el Libro del Apocalipsis o Revelación a los elementos alegóricos, a la simbología de carácter solar. Sin embargo, con el consabido triunfo de la Iglesia Constantino-Paulina, el contenido esotérico del Apocalipsis se desvirtúa en pocos años y Jesús pierde rápidamente sus rasgos de dios solar para convertirse en una suerte de personificación metafísica y teosófica.

Pero, ¿qué necesitará el católico para descubrir el tesoro oculto del Cristo solar-esotérico-gnóstico? ¿Cómo se deshará de las tinieblas que no pueden desvelar los ojos de los cristianos católicos, que Fray Luis de Granada, pese a escribir la pueril Vida de Jesucristo (1575), acusaba de «creer a bulto y a carga cerrada lo que sostiene la Iglesia» (Libro de la oración y la meditación, 1554). Para poder hacerlo ―según los cristianos gnósticos―, el hombre debería iluminarse, renunciar al pensamiento y entrar en un nuevo orden mental. Deberá asumir el conocimiento, la gnosis, y, partiendo de ella, arrancarse las telarañas de los ojos para acceder a una nueva dimensión desde la cual el iniciado, el iluminado, ya no puede admitir a pies juntillas la autenticidad de los hechos que narran los Evangelios y, mucho menos, aceptar su condición de canónicos solamente por la prueba de la fe ciega, tal y como decreta la Iglesia Católica Romana, remitiendo al creyente en Cristo simplemente a la imposición del dogma, que elude p. ej. la más que probable pertenencia del Salvador a la comunidad esenio-celota del Qumrán, y su posible cargo de Maestro de Rectitud o de Justicia de la célebre secta del mallete y el mandil de lino blanco de los esenianos (proveniente de la congregación de los devotos hasideanos que se remontan a la época de la construcción en Jerusalén del Templo de Salomón, y que enseñaban y practicaban el amor a Dios, a la virtud y a la Humanidad), en cuyos misterios supuso el teólogo y erudito palestino Eusebio de Cesarea (265-340 d. C.) que fue iniciado un neófito llamado Jeshu Nasirah Bar Nagara, comúnmente conocido como Jesús de Nazareth «El Hijo del Carpintero».

Estemos o no de acuerdo con las tesis gnóstico-esotéricas, los cristianos católicos, entiendo no deberíamos ignorar que hubo en los tres primeros siglos de la historia del Cristianismo decenas y decenas de evangelios no canónicos ni sinópticos que fueron excluidos de la ortodoxia por los archipámpanos del Concilio de Nicea (325), declarados heréticos o carentes de autoridad y condenados, a las tinieblas exteriores del exotérico Romanismo. Esto llevó a René Guenón a ver en el Cristianismo una manifestación de la tradición primordial y en el Catolicismo su degeneración espiritual.

En definitiva, la concepción gnóstica y esotérica del «Cristo solar», no parece contravenir los Mandamientos ni el mensaje de las Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña ni las enseñanzas de Jesús cuyo rasgo común es la promesa de un futuro Reino del Amor al cual hemos de llegar los cristianos a través de una nueva conciencia crística pre-cristiana. Lo que decía Karl Gustav Jung, y lo que yo ―salvando las distancias― corroboro, es que hay un Cristo precristiano (Cristo solar) y otro no cristiano (Cristo lunar post paulino-Constantino). Al fin y al cabo, como dijo, San Ambrosio de Milán (339-397 d. C.): «Cristo es nuestro nuevo sol».

Autor: Ramón Guillén

Publicado en este blog con permiso expreso de su autor.

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Desde una perspectiva histórica, recientemente han acaecido dos grandes sucesos que han dejado sin fundamento la división de opciones políticas en términos de izquierdas o de derechas: la caída del muro de Berlín y el fin del comunismo en la Unión Soviética.

Estos paquetes dualísticos de estructuras ideológicas han quedado reducidos a rémoras de un enfoque de acción política que subsiste por mera inercia. Un creciente número de ciudadanos se ha hecho consciente de esta realidad y proclama una vuelta a los orígenes, cuando la Política se resumía y concretaba en la acción necesaria para satisfacer las necesidades de la comunidad; si había personas débiles o enfermas, se les atendía; si algunos tenían hambre, se les alimentaba y ayudaba para que hallaran sus fuentes de sustento; si un anciano se hallaba en sus últimos días, se le intentaba hacer menos doloroso el tránsito hacia el otro mundo.

El enfoque no se situaba tanto en el medio de intercambio -en el símbolo del dinero, que más tarde sustituiría al trueque-, sino en los límites que acotaban la dignidad inherente a nuestra condición humana. Bien es cierto que según esa comunidad iba aumentando en integrantes, el valor del individuo iba menguando en incremento del supuesto bien del conjunto, tal y como señala la metáfora del cuarto de baño de Isaac Asimov…. (más…)

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Quizás resulte que este artista y creador que no concede entrevistas, haya de esperar a su muerte para que las próximas generaciones estudien y analicen su obra con un posicionamiento más libre de prejuicios por las opiniones de los medios o de terceros. Al fin y al cabo, toda opinión intenta señalar o acotar lo opinado, pero jamás podrá substituir la experiencia en sí. En este caso, la experiencia es contemplar la película por uno mismo e intentar hacerlo lo menos condicionado posible, sin juicios, y con la mayor apertura de nuestra sensibilidad…. (más…)

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En su obra “Manual de iluminación para holgazanes”, Thadeus Goldas nos da la clave para movernos con éxito en la vida: “el camino es sencillo: no te resistas”. En el mismo sentido, el profesor de medicina y autor del bestseller “Mindfulness en la vida cotidiana”, Jon Kabat-Zinn, ahonda en el roll del surfero, que no se resiste a caer en las olas ni se enreda en ellas, sino que acepta las caídas de su tabla como parte tan inevitable como necesaria en su camino de maestría…. (más…)

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