Bet… Es un tema que puede resultar difícil e hiriente para quienes padecen alguna minusvalía. Actualmente en España se está intentando suprimir el término «minusválido» por el de «discapacitado»… Hay ocasiones en que lo políticamente correcto es solo mera hipocresía sí sólo queda en eso… Supongo que más que cambiar o no de términos, lo importante sería dotar al entorno en que nos movemos todos dentro de una ciudad, de las mismas posibilidades de disfrute y acceso (tanto físicas -barreras arquitectónicas- como, sobre todo, acogiendo y admitiendo a cada persona por sí misma, al margen de su apariencia). Lo de las barreras, poco a poco se irá logrando; lo otro, está en la conciencia de cada persona.

En estos días en que estoy con algo que aborda directamente este tema, he comenzado a darme cuenta de hasta qué punto hay que tener coraje para superar, no sólo los complejos, miedos y temores que tiene la gente «completa» en sus miembros, sino las barreras físicas -y como comentas tú, las psicológicas, emocionales y de «autoestima»- que ha de abordar y superar quien vive esta circunstancia.

Astrológico, ésa fue también para mí la enseñanza de estas dos personas. A nivel mental, a nivel de «corazón», a nivel de amarse y de confiar en sí mismos y en su derecho a disfrutar de su vida, son todo un ejemplo de que querer -tener la certeza absoluta del logro- es poder, al margen de los obstáculos que surjan en el camino.

Un saludo a ambos desde las Canarias. Hoy, un tanto pasadas por agua 😉

Gracias por vuestros comentarios.

Comparto lo que dices, Bet. Ma Li y Zhai Xiaowei son un ejemplo viviente de ello 😉

A lo que quería hacer alusión, es al hecho de que a veces lo que más afecta y «derrumba» no es la carencia de un miembro en sí, sino el suceso que lo produjo: el dolor, lo injusto, el «desgarro emocional» más que el físico. Aún así, aunque es un reto inimaginable para quienes no hemos tenido la desgracia de experimentarlo, la manera de superarlo ha de ser la que dices.

Saludos observando el Teide con una fina capa de nieve tras las lluvias,

Juan

Ciertamente, nos vamos del arte a la metafísica, si bien a veces se dan la mano.

En mi creencia, creo más en asumir lo paradójico que envuelve el misterio de la vida, que en intentar hallar razones y sentido en la maraña de acontecimientos que nos suceden.

Hallar razones ha generado muchas corrientes filosóficas y más de alguna que otra doctrina moral y religiosa. Más que hallar sentido, creo que es más vital estar y ser conciente de lo que nos sucede; «simplemente». Comenzar a razonar es comenzar a enjuiciar… y de ahí –a pesar de que es lo que nos enseñan desde el colegio- comienzan los problemas.

Las palabras no dejan de ser juicios de valor… con lo cual, no deja de ser otra paradoja emplearlas para proclamar con ellas lo que ellas son… En fin, que a pesar de lo que parece, hoy me he tomado todas las pastillas 🙂

Gracias por el comentario, astrológico.

Saludos desde Tenerife, tiempo norte, viento suave, cielo despejado 😉

Una civilización que se rige por la matemática del tiempo y el espacio, y por el dominio de la razón y la lógica en un mundo de sucesos imprevisibles… es también un hecho paradójico.

Más allá del juicio bueno o malo que hagamos de las circunstancias que nos toca vivir, el único sentido que se le puede hallar a la vida es aceptar el momento presente –como paso ineludible para cumplir con la razón de nuestra existencia, que no es otro que evolucionar, viviéndola. Ejemplos vivientes de esa enseñanza son, precisamente, Ma Li y Zhai Xiaowei, al igual que otras personas que han superado y evolucionado a pesar de “toparse” en su vida con duros y graves obstáculos.

¿No os parece que ese afán de vivir por encima de todo, es -más que lo que la mente y la razón puedan dar de sí-, el auténtico sentido de la vida?