Para mí fue una búsqueda sedienta en demasía. No me satisfizo el conocimiento, ni la vida familiar, ni tampoco el amor. Me topé con una persona que me influyó muchísimo, un escultor, Tótila Albert, al que le debo la idea inspiradora de mi trabajo sobre la trinidad interior.
«Los chamanes y sanadores son personas heridas que aprenden a curarse a sí mismas; y al aprender a recuperar su salud adquieren la capacidad de curar a otros. Es un proceso espontáneo y natural.
La vocación de ser chamán es muy parecida a la vocación de enfermarse, pues tiene que ver con la vocación del descontento, de no conformarse con lo que otros se conforman.
Un chamán es alguien que siente demasiado sus heridas.
Todos nacemos heridos, por el impacto de nacer al mundo.
La mayor parte de la gente se adapta, pero el chamán es el extremo contrario: tiene demasiado contacto con su experiencia.
Y ese descontento lo lleva a que no le queda otra opción que arreglarse el alma, encontrando en ese camino cosas que otros no encuentran.»