Más profundo en el hombre que las seis primeras formas de consciencia (la vista, el oído, el olfato, el gusto, el tacto, la mente) con que están dotados los seres sensibles, había una séptima llamada Mana o autoconsciencia. Pero Alaya, la forma definitiva y última de consciencia, yacía todavía a mayor profundidad. Tal como determinaban Los treinta versos, “como en un torrente violento, siempre fluyente, siempre cambiante”, esta octava forma de consciencia, como un río enfurecido, cambiaba incesantemente, sin cesar de fluir nunca hacia adelante…. (más…)