Cierta mañana acudió entre los visitantes un profesor de filosofía, procedente del norte de la India. Ya había visitado a Maharaj varias veces. Aquella mañana lo acompañaba un amigo suyo, que era un artista de cierta categoría, pero que al parecer no tenía ningún interés especial por los temas de lo que habla Maharaj.
El profesor abrió el debate. Dijo que le había impresionado tanto lo que le había dicho Maharaj en su última visita, que cada vez que pensaba en ello sentía como si lo recorriese el cuerpo una oleada de vibraciones. Maharaj le había dicho que el único “camino” para volver atrás era aquel mismo camino por el que había llegado, y que no había ningún otro. El profesor dijo que aquella frase le había tocado una fibra muy honda, sin dejar lugar a las dudas ni a las preguntas. Pero, más tarde, cuando se había puesto a pensar profundamente en la cuestión, sobre todo en el “cómo”, se había encontrado enredado irremediablemente en una maraña endiablada de ideas y de conceptos. Dijo que se sentía como un hombre que hubiera recibido el regalo de un diamante precioso pero que lo hubiera perdido después. ¿Qué debía hacer ahora?
Maharaj empezó a hablar en voz baja. Dijo:
“Cosas del Camino” es un vademecum existencial que el autor extrae de su variada e intensa vivencia experiencial, escrito en un periodo y unas condiciones personales especialmente difíciles.
Es un libro breve, de máximas profundas, condensado, donde se pincela lo divino y lo terrenal, el cosmos y la interioridad, la trascendencia y la inevitable fragilidad humana…. (más…)
«Los chamanes y sanadores son personas heridas que aprenden a curarse a sí mismas; y al aprender a recuperar su salud adquieren la capacidad de curar a otros. Es un proceso espontáneo y natural.
La vocación de ser chamán es muy parecida a la vocación de enfermarse, pues tiene que ver con la vocación del descontento, de no conformarse con lo que otros se conforman.
Un chamán es alguien que siente demasiado sus heridas.
Todos nacemos heridos, por el impacto de nacer al mundo.
La mayor parte de la gente se adapta, pero el chamán es el extremo contrario: tiene demasiado contacto con su experiencia.
Y ese descontento lo lleva a que no le queda otra opción que arreglarse el alma, encontrando en ese camino cosas que otros no encuentran.»
Desde un enfoque adaptado a la modernidad de nuestro tiempo, su mensaje intemporal nos plantea la pregunta que ha originado el deseo más primario de la humanidad: saber qué somos.
«¿Quién soy?» nos conduce desde las percepciones y razonamientos hasta más allá del pensamiento; o mejor dicho, hacia antes de su formación. Finalmente, la atención se centra en ese espacio vacío y sin límites en el que transcurre la experiencia íntima de cada uno -en cuanto individuo que creemos ser-, y la vida y el entorno que creemos nos rodea. Realizar el «Samadhi» significa despertar/avivar/expandir nuestra atención más allá, más cerca, -antes- del pensamiento errado de creerse una «persona»; esto es, un ser humano, aislado e independiente, que piensa e interactúa con el mundo hasta su muerte, gracias a su cuerpo y a su mente.
La experiencia más allá, más cerca, antes del pensamiento inicial que recrea en cada ser la matriz que conforma nuestra realidad aceptada del mundo físico y material, constituye el albor del establecimiento del Samadhi: el estado Real de la Conciencia, del Ser, de «Dios». «Lo» inefable, por cuanto es el Espacio -Único, Consciente y Vacío-, en que cada ser vivo es consciente de que es -de que existe- mientras transcurre la experiencia de su vida. Tomar Consciencia de la Unicidad del Espacio que «sostiene» el flujo fenoménico de la Vida (la manifestación física de Toda la Existencia) exige dejar atrás la idea de ser una identidad propia y separada. Sólo así podemos desvelarnos en el Ser: en el Vacío con potencial Absoluto de Lo que Es, cual Uno en su Totalidad, momento a momento.
Como advertía el misticismo medieval: «Es el Misterio de los misterios»… El Misterio que habita en toda la existencia y en todos nosotros. No hay que temerLo, ni temer perderLo; ni a Su juicio, ni a ser lo suficiente bueno o justo para obtenerLo: La Maravilla que ya Somos espera nuestro despertar por toda la eternidad 🙂 Es lo que Somos justo en este instante. Es lo que Es. Ahora. Siempre. En Absoluta Plenitud. En Infinita Inteligencia. En Amoroso Vacío. Momento a Momento.
«Samadhi es despertar de la identificación con la prisión a la cual llamo -yo-«, se afirma en el video. Samadhi es un instante de eternidad consciente Absoluta, y un retorno dichoso a este juego de luces y formas, de vidas y muertes, de goces y horrores, de mentiras y creencias; de la idea juguetona, tortuosa y fantasmagórica a la que hemos consagrado nuestra existencia y civilización: la idea que piensa ser un «yo» fisico y mental, aislado en su universo personal, destinado tras nacer, a morir.
Sólo Es Ahora. «Pensar», «imaginar», «recordar» o «juzgar» es salirse de la Realidad y entrar instantáneamente en el juego experiencial del tiempo y la materia.
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El Amor de lo Absoluto no se piensa ni ha de obtenerse: Es.
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La mente siempre miente.
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Respeta al otro por más conflicto que te despierte, porque el otro es reflejo del Ser que eres.
. que eres
No soy más que nadie pero tampoco soy menos que nadie. Respetándome, respeto.
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Nada que demostrar, nadie a quien demostrar.
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Toda tu historia de infancia y familia es una costra imaginaria parasitaria y limitante, así como tu autopercepción como entidad personal corporal.
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La comprensión mental siempre conlleva incomprensión. Renunciar a saber, a todo intento de comprensión mental, abre la puerta de la rendición a la Gracia del presente, que Es Amor. Cuando la mente calla el corazón se expresa.
Nos recibió el lago Naivasha un día gris y caluroso. Pertrechados con chalecos salvavidas (a pesar de que el nivel del agua apenas nos llegaba al pecho), pudimos contemplar águilas y cebras. Tras un largo viaje hasta Kenia, fue nuestro primer encuentro con la naturaleza salvaje que África nos prometía.
RESERVA MASAI MARA – SERENGETI
Al día siguiente conocimos un poblado de masáis. Considerado como “los gitanos de África”, han sabido mantener y hacer valer sus tradiciones en los distintos países en que fue dividido su territorio. Junto al cuidado tradicional de sus vacas (que consideran sagradas y les permiten su sustento), el turismo ha ido convirtiéndose poco a poco en una fuente importante de ingresos. La representación que nos hicieron con cierta dejadez de sus danzas, no dejó de impresionarnos. Tras los bailes nos mostraron algunas de sus chozas, construidas con los excrementos de su ganado y que consistían en tres pequeñas oquedades y una fogata en el centro. En unas de las paredes, un minúsculo respiradero no impedía que el aire nos resultara irrespirable.
Continuamos recorriendo el Seregenti, “la llanura sin fin”. Su belleza, su majestuosidad, su inmensidad, nos permitió contemplar toda clase de animales salvajes viviendo libres en su medio. Contemplamos manadas de hipopótamos, de cebras, ñus, búfalos… Vimos jirafas, familias de elefantes y un rinoceronte y su cría, que no dudaron en despejar de su ruta a una manada de búfalos. Y de camino al campamento, un nuevo atardecer puso el broche al día.
LAGO VICTORIA – SERENGETI
Nos despertamos de madrugada y pudimos contemplar el amanecer desde el Seregenti: una de las mejores experiencias del viaje. Partimos temprano y recorrimos pueblos y más pueblos. Así, disfrutando durante el trayecto de la perspectiva en lo alto del camión, recibimos saludos y devolvimos saludos; y en ese dar y recibir percibimos una humanidad más espontánea y viva. Mucha felicidad honesta en los rostros de las personas. Y mucha pobreza.
Llegó el momento de atravesar el Lago Victoria, dándonos cobijo en una de sus islas -con aves, infinidad de aves, y una horda inimaginable de mosquitos-… y otro bello atardecer. Y tras la cena, algunas conversaciones al abrigo de una fogata.
Despertamos con la visión de las águilas posadas en la costa, bebiendo agua del lago, justo enfrente de nuestro campamento. Ese día visitamos un poblado cercano de pescadores. A través de sus viviendas de hojalata nos mostraron cómo secaban los pescaditos al sol, cómo recogían sus barcas y cómo tasaban y limpiaban su pesca. Fuimos invitados también a su humilde escuela y a acompañarles en un cántico de bienvenida de sólo tres sílabas: “Ia-ya-ya”. Más tarde nos acompañó un arco iris y niños y más niños; cándidos la mayoría y algún que otro pillastre… Y tras pasar la tarde libre, para descansar de tanto viaje, cerró el día un atardecer solitario entre aves.
Nuevo amanecer y “supermadrugón” (4:30). Dejamos el Lago Victoria aún de noche y retornamos a la llanura tostada, verde y viva, con ese cielo azul intenso y el peregrinar de nubes blancas. En esa jornada observamos a los buitres y a las hienas manchadas. Y a un imponente león, tumbado con elegancia felina sobre una pequeña loma, con su pelaje bailando al son del viento como la hierba en el horizonte. Vimos también en la lejanía, leopardos y guepardos, y leones copulando, y monos, y más ñus y más cebras…
Aún nos quedaría la visita al Crater del Ngorongoro y a su incomparable entorno. O el viaje en avioneta hasta Zanzibar, visitando Stone Town, una de las ciudades históricas más bellas de Africa (Patrimonio de la Humanidad) o las famosas playas de Jambiani y Bewjuu, con sus tonalidades esmeraldas, el encanto de las mujeres pescadoras recolectoras de algas o el restaurante la roca… Mejor verlo en video.
CONCLUSIÓN:
¿Recomendaría este safari mochilero en camión por 2000 kilómetros de espacios naturales en África?: sin duda. Es un viaje a realizar por todo aquel que sienta amor por los animales, la vida y la naturaleza.
Floyd Red Crow Westerman fue músico, actor y reconocido activista político de causas indígenas. Como miembro del pueblo Sioux, creía que la Humanidad y el Planeta llevan años atravesando un ciclo de profunda renovación. Según él, “la Tierra está muriendo por dentro debido a la incapacidad del hombre en comprender su papel humano y espiritual en el mundo que le rodea”. Para los pueblos Sioux y Hopi, el mundo es material pero su esencia es Espíritu. Todo es manifestado por una energía espiritual, inteligente y creadora. Los Sioux lo llaman “Konkachila”, el abuelo.
Alrededor de un 70 % de nuestro cuerpo es agua. Por lo tanto, para tener buena salud necesitamos beber agua salubre, potable. Lamentablemente nos hemos acostumbrado a no poder beber agua del grifo o a que la que fluye libre en la naturaleza se halle contaminada, como sus terrenos, en gran medida por la acción del hombre. Hemos asumido con resignación que envenenar el agua de la Tierra o devastar los bosques del planeta sean consecuencias inevitables de nuestro modelo de vida…. (más…)