“Todo el concepto erróneo que nos mantiene firmemente en el sentido de estar separados es la idea de que podemos hacer cualquier cosa o la idea de que necesitamos hacer algo. ¿Por qué necesitamos hacer algo? Hay justo lo que está sucediendo. Todo está inmaculadamente completo y sin necesidad”.
Jan Kersschot es un médico belga, artista fotográfico y autor de varios libros sobre filosofía no dual, traducidos a siete idiomas, basados principalmente en Zen y Advaita. Huye de cualquier posicionamiento de maestría y expresa con claridad metódica y sencillez su mensaje…. (más…)
Excelente película basada en la vida de Florence Foster Jenkins, una acaudalada mujer que vivió en carne propia el síndrome del «Rey desnudo», el famoso cuento de Hans Christian Andersen. Advertía el cuento: «No tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad»; en la película podría apostillarse «no siempre lo que todos dicen es en verdad lo que todos piensan».
Negada de talento para el canto, pudo sin embargo sentirse diva de la voz por la labor de su marido -consejero y conseguidor, pero no amante ni fiel-, quien gracias a su dinero (al de ella) pudo contratar a músicos y público que alabaran su arte a cambio de una buena paga… Así vivió en ese engaño durante años esta buena mujer, hasta que un día tomó la iniciativa sin intermediar su marido y se dio de bruces hasta el alma con la triste realidad. Tan triste que conocer la pobreza sus limitaciones y la farsa en la que había brindado su «talento», la llevó en su pena a la muerte.
A todas las personas que sostienen el deseo y la intención suprema, para que reine permanentemente y de modo definitivo el Amor, la Paz y la Alegría.
Con el fin de ayudar a nuestro Planeta y a todos sus habitantes a dar a luz el Nuevo Mundo, pedimos a todos ‘ los creadores de luz ‘, quienes sientan como nosotros la necesidad de hacer el compromiso de vibrar y sostener permanentemente ese estado en su máxima intensidad, para crear el salto cuántico necesario para darnos a luz a nosotros mismos…. (más…)
El pánico de la crisis invita a operaciones cuanto menos extrañas. El temor va calando todo, permea incluso la memoria hasta hacernos olvidar que este sistema estaba llamado a lo que ahora padece: a una profunda crisis capaz de provocar su propio y radical cuestionamiento. Ese pánico, esas constantes soflamas salvíficas de los economistas y políticos, empujan a pensar que hemos de implicarnos en el rescate de una civilización abocada a su fin. Evito la palabra fracaso en tanto en cuanto seguramente fue preciso haber transitado el desierto de la depredación y la explotación, de la ausencia de valores superiores, para poder reorientar nuestros pasos. De enrolarnos ahora en el empeño al que se nos convoca, habremos de observar previamente qué es lo que en definitiva se trata de salvar. No podremos olvidar que para que nazca una nueva civilización basada en los valores de la cooperación y el compartir, la anterior, asentada en los principios del materialismo y el sálvese quien pueda, deberá ir decayendo…. (más…)