Hay momentos en que nos sentimos desalentados en medio del camino. Instantes en que parece faltarnos el ánimo para continuar con la marcha en nuestras vidas. La tristeza, la traición, la pérdida, la desconfianza, el miedo, el odio, la apatía… son entre otros los detonantes. Sin embargo, a veces nos sucede sin causa aparente. Momentos en que simplemente nos cuesta asumir la fragil vulnerabilidad humana, como diminutas piezas engranadas en el misterioso, caótico e insondable fluir de nuestra existencia.
Es en estos casos en los que -de forma más auténtica, humilde, intensa y profunda- valoramos el poder de empatía, cuando una persona nos brinda su atención, su escucha, su comprensión, su apoyo, su cariño… Nos brinda justo lo que más necesitamos para recomponer nuestras heridas. No nos sirven tanto en esos momentos de desánimo las palabras que nos enjuician ni los consejos sobre cómo debemos o no actuar… La muda presencia de unos ojos comprensivos ejercen sobre nuestro ánimo una fuerza tal, que no puede equipararse ni al mejor de los discursos bienintencionados ni al más justo de los juicios. … (más…)