El VIAJE DE RIDDHI

Volviendo a los orígenes

libertad

“No somos enemigos sino amigos. No debemos ser enemigos. Aunque las pasiones nos hayan puesto bajo tensión, no debemos romper nuestros lazos de afecto. Los acordes místicos de la memoria -que se extiende desde las tumbas del campo de batalla hasta el corazón y los pilares de esta amplia tierra-, reforzarán la Unión cuando sean tocados, como seguramente lo serán, por los ángeles buenos de nuestra naturaleza”.

 

Abraham Lincoln

 

Cuando hablamos de sistemas políticos, partimos de la base de que esencialmente existen pocos modelos de convivencia: por medio de la opresión militar, a través de la distribución de los bienes -comunismo, capitalismo-, por fundamentalismo religioso o por la soberanía popular mayoritaria que pretende establecer la democracia.

De todos ellos, el sistema menos dañino es sin duda el democrático, por cuanto la dictadura militar se impone desde la fuerza, la distribución de la riqueza es la causante de la mayoría de los males que viven los distintos países de la Tierra -especialmente los más pobres, fuente de “capital humano” barato (eufemismo de “mano de obra semiesclavizada”)-; los regímenes religiosos fundamentalistas se basan en el fanatismo y la exclusión de las otras religiones… y la democracia, aun siendo un sistema imperfecto, contiene un menor número de impedimentos para que algún día pueda regir la convivencia de una sociedad dueña de su destino, que asuma junto con sus libertades todas sus responsabilidades y las ejerza cual uno.

Esa unidad tiende a alcanzar un nivel planetario, e Internet es una maravillosa muestra de este imparable proceso… La Conciencia Planetaria muy pronto dejará de considerarse un tema de rango menor,  para constituirse en uno de los pilares de la nueva humanidad y del nuevo orden mundial. No se entenderá al “orden” como la masificación de una ciudadanía uniformada –tal y como ahora se pretende a base de empobrecer la educación y avivar el conflicto con miedo y violencia-, sino aquella que considere un valor perdurable en sí mismo a la pluralidad de costumbres, culturas, lenguas, tradiciones y credos de las distintas tribus, regiones y naciones que pueblan la Tierra.

Se trataría por tanto de dejar de mirarnos los ombligos nacionales –actitud a veces usada como táctica gubernamental para limitar las miras de su ciudadanía- y de ampliar nuestra visión hacia un mundo que gracias al desarrollo tecnológico que hemos logrado, se encuentra cada vez más interrelacionado y unido.

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La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano proclamaba una regeneración del género humano, y propugnaba un ideal del Estado que fuera instrumento para la felicidad de las personas. Sólo han transcurrido dos siglos, y nos encontramos en los albores de una sociedad “deshumanizada”; una sociedad de “hombres máquinas”… Pero junto a esta temeridad forjada a golpe de telediarios, hay una humanidad motivada por la ilusión que impele al valor y el coraje…

Una humanidad que es consciente del ambiente que nos tocará vivir durante el próximo año: un 2013 en el que se agravará aún más la agresión cuasifeudal que sufren los colectivos sociales más dependientes de un gobierno subordinado a los dictados burocráticos y económicos europeos impuestos aparentemente desde Alemania. Y es que, según señalan algunas voces críticas expertas en política internacional, se acusa en nuestros gobernantes una carencia de espíritu asertivo. “Espíritu asertivo” que uno de nuestros académicos de la Lengua -Arturo Pérez Reverte- redujo metafóricamente a sólo tres palabras: “no hay cojones”.

Ante estas expectativas –digamos- “estériles” de gobierno, la sociedad trata de presionar de forma tan bien intencionada como descoordinada y dispersa, delegando en las instituciones sindicales para que planteen, decidan y ejecuten medidas de protesta a nivel nacional.

Sindicatos que, como instituciones dependientes del sistema, realizan una elogiable función en lo formal, aunque comedida en lo efectivo para no traspasar los límites no escritos en los acuerdos extraoficiales pactados con el gobierno –gobierno que les otorga cientos de millones de euros anuales.

Esta situación de crisis colectiva también se respira en los países menos ricos de la Unión Europea, que son los que sufren más drásticamente el mal de la Banca. Pero es que el “mal de la Banca” es en los hechos una guerra abierta que continuará agravándose: una guerra que busca erradicar los derechos humanos esenciales respecto a la salud, el trabajo, la educación o la justicia…

Una guerra que busca como botín la dignidad inherente a nuestra condición humana –botín que ya ha conquistado en la mayoría de los países pobres de la Tierra; y nosotros sin quererlo, hemos sido consumidores partícipes de ello (“daño colateral” de la globalización como proceso, según los intereses del actual Capitalismo, inconsciente en su idolatría por el lucro y el dinero)… Es por tanto la lucha del “ángel bueno de nuestra naturaleza” contra un Estado sobredimensionado, en exceso institucionalizado y deshumanizado, liderado por  quienes parecen llegan a olvidar cuál es su razón de ser, como baluarte leal de los derechos y libertades de sus conciudadanos.

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“Enfrentarse, siempre enfrentarse, es el modo de resolver el problema. ¡Enfrentarse a él!”

Joseph Conrad

 

 

Honestamente ante nosotros démonos cuenta de nuestras limitaciones, de nuestros miedos y de nuestras sombras, pero también de nuestro poder individual y colectivo… Dejemos la costumbre de ningunear por norma a nuestro país y a sus habitantes (aun siendo un rasgo negativo propio de nuestra “cultura”) y ayudemos -combativa pero pacíficamente- a que el Estado despierte y recobre su función esencial:  –ser útil a su sociedad-. Y mientras, en la medida en que nuestras circunstancias personales nos lo permitan, tratemos de continuar disfrutando de las pequeñas/grandes cosas que nos trae cada día. Como pueblo -bañado por el sol, la buena mesa, el buen vino y una vasta historia-, somos maestros en festejar la vida… Eso dicen al menos la mayoría de nuestros turistas.

Hay que revalorar y fortalecer este espíritu vitalista, así como trabajarse otras actitudes vitales de suma importancia para superar la crisis y continuar cuesta arriba… Según afirman varias páginas en internet, la Universidad San Martín de Porres realizó un estudio para saber cómo era viable que países sin apenas bienes naturales o tierras -como ocurre con Japón o Suiza, por ejemplo-, fueran líderes mundiales. El ingrediente que resultó que marcaba la diferencia era la actitud mayoritaria de sus ciudadanos… Casi toda la población acataba consciente las siguientes normas:

  1. “Lo ético” como principio básico.

 

  1. El valor del orden y de la limpieza.
  1. La integridad

 

  1. La puntualidad
  1. La responsabilidad

 

  1. El espíritu de superación
  1. El respecto a la ley y a los reglamentos

 

  1. El respeto al derecho de los demás
  1. Amar el trabajo que se desempeña
  1. Esforzarse e implicarse en la economía colectiva

El estudio acababa concluyendo que en países débiles como el nuestro, “nos falta carácter para cumplir estas premisas básicas del funcionamiento de cualquier sociedad”… ¿Habrá algo cierto en esto?…

Es necesaria una vuelta a los orígenes, cuyo mantra podría reducirse en sólo dos palabras: nos necesitamos… Retomemos el interés por estas actitudes que persisten de forma pura en algunos grupos humanos. La mayoría, presentes en comunidades nativas que viven en el corazón de los desiertos o de las junglas.

Ninguna comunidad humana avanza si no es con el impulso ilusionado y consciente de sus ciudadanos.

Ahora es el momento de unificarnos. Unámonos. Nos necesitamos.

Publicado conjuntamente en Fundación Civil

Categorías: El poder del Corazón Puro, Consciencia, Humanidad, Muerte, Paz, Vida

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