Psicoterapia integradora:
Tu historia fue el campo de aprendizaje.
Al observarla sin juicio, la integras y trasciendes.
Dejas de ser “el que sufrió” y pasas a ser “el que soy”.
Imagina tu vida como un tapiz tejido con miles de hilos: recuerdos y decisiones, momentos de gozo y heridas, sueños cumplidos entre frustraciones…Durante años, hemos creído que somos únicamente ese tejido, esa biografía. Nos hemos identificado con el relato: la infancia que dolió, las carencias que nos marcaron, los logros que validaron nuestra personalidad…
Pero lo que ocurrió en el pasado no define tu Ser.
Fue importante en el relato, pero no es tu verdad.
La psicoterapia integradora nos recuerda que el sufrimiento vivido no necesita ser negado, pero tampoco idolatrado. La herida fue un maestro. La experiencia difícil, un territorio donde aprendiste fortaleza, humildad o discernimiento. Cuando puedes mirar una herida y sentirla con gratitud en vez de con resentimiento, tu espacio interior se expande: esa herida no era un destino muerto en sí como creías, sino una etapa que esperaba tu ayuda.
Observar sin juicio es el primer paso.
Si cada vez que recuerdas algo doloroso surge vergüenza, ira o culpa, ese pasado sigue teniendo poder sobre ti. La mente tiende a etiquetar: “Esto estuvo mal”, “Esto fue injusto”, “Esto prueba que no soy suficiente”. Al hacerlo, quedas atrapado en la identidad de “la víctima” o “el que falló”.
Pero el Ser no necesita esas etiquetas.
El Ser reconoce que todo lo que viviste —sí, todo— formó parte de un aprendizaje profundo que no siempre comprendemos de inmediato. Esa comprensión no es intelectual: es la aceptación silenciosa de que lo que ocurrió ya pasó. Siempre eres libre de recordarlo sin quedarte atado a la emoción que lo acompañaba. Y junto a este trabajo de traer al presente esas heridas no atendidas, está el mantener la misma actitud en el único instante en el que pasado, presente, pensamientos, emociones, percepciones o sentimientos ocurren: el constante instante presente.
¿Cómo empezar a practicar esta mirada integradora?
Hoy te invito a un pequeño ejercicio de presencia:
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Cierra los ojos unos minutos.
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Revive un momento difícil de tu pasado. Trata de imaginarlo con la mayor intensidad que puedas.
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Nota qué emociones surgen en tu cuerpo. Siéntelas. Si son intensas, trata de abrirte a ellas y acogerlas sintiéndolas, en la intensidad que puedas.
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No busques cambiarlas ni justificarlas. Solo dales la oportunidad de ser vividas y sentidas, pero esta vez sin reprimirlas o temerlas. En la medida e intensidad que seas capaz, permítete experimentarlas dándote cuenta, abierto a ellas.
Solo di o siente en silencio:
“Esto también fue parte en la historia de mi camino. Lo siento, lo abrazo y lo dejo ir.”
Puedes repetir este proceso las veces que necesites. Verás que, a cada repetición, el peso se aligera. La historia que te has contado de tu vida pierde su capacidad de definirte e influenciarte, porque tú ya no eres solo el que sufrió o la víctima de tu relato.
Desidentificarte de la historia no significa negarla.
No se trata de pretender creer que el relato que te cuentas de tu vida fue un engaño. Significa dejar de vivir como si esa historia fuera tu única identidad. Reconocer que hoy hay una vida nueva que no depende de los recuerdos pasados. Que, en última instancia, ese relato que te justifica y define también te limita en sus barrotes de prejuicios.
La paradoja luminosa de este proceso es que, cuanto más aceptas tu historia sin juicio y con ligereza, más libre te vuelves de ella. La gratitud sustituye al resentimiento. La comprensión sustituye a la culpa. El presente comienza a sentirse más real que el pasado. Comienzas a vivir más en lo que sientes en tiempo presente que en ese pasito hacia atrás con el que pretendes controlar tu vida y la de los demás, perdiéndote en el proceso la frescura y espontaneidad que solo suceden en este momento.
Para hoy
Si puedes, dedica hoy un momento de silencio para honrar tu camino.
Respira con suavidad y di en voz baja:
“Gracias a todo lo vivido. Ya no necesito cargarlo.
Hoy elijo habitar este instante.”
Ese reconocimiento es un umbral, un punto de inflexión.
Y hoy puedes cruzarlo. Ahora. Siempre ahora.
Este curso es gratuito y se publica día a día en este blog.



