Todos, en algún momento, nos hemos traicionado a nosotros mismos. Puede haber sido postergando lo importante, cediendo por miedo o buscando excusas para tratar de engañarnos. Reconocer esta actitud es el primer paso hacia una vida más auténtica.
Hoy en día, la psicología, la epigenética y otras nuevas terapias —incluidas las alternativas y enteogénicas— nos ayudan a comprender mejor esa traición interna y a descubrir caminos para recuperar la libertad interior perdida.
La auto-traición bajo la lupa de la psicología
Hay una forma de traición más dolorosa que la que viene de fuera: la que uno mismo se inflige sin ni siquiera ser consciente de ello. Decirnos “sí” cuando querías decir “no”, callar lo que arde dentro, seguir hábitos adictivos que sabes que te hacen daño… Esos pequeños actos de deslealtad hacia tu persona van dejando un vacío invisible que cala más en nuestro ánimo que cualquier traición ajena.
La psicología actual explica que, a menudo, la auto-traición nace como una forma de protección. Para no sentir dolor o conflicto interno, la mente justifica comportamientos que contradicen lo que realmente sentimos o creemos. Es lo que se llama disonancia interna: preferimos engañarnos un poco antes que afrontar la incomodidad de la verdad. A corto plazo puede ser una salida, pero a la larga se convierte en una cárcel de excusas, la mayoría sepultadas en el fondo de nuestra mente.
El autoengaño, cuando se convierte en una costumbre, erosiona la autoestima, debilita la confianza y nos aleja de lo esencial: la autenticidad. Negar lo que sentimos o fingir algo que no somos crea una brecha entre nuestro interior y la imagen que mostramos al mundo. Esa incongruencia genera ansiedad, tensión y una oscura sensación de vacío.
Vivir de forma auténtica actúa, por el contrario, como antídoto. Ser fiel a lo que realmente sentimos fortalece la autoestima, reduce la ansiedad y da coherencia a nuestra vida. La autenticidad no es solo un ideal espiritual o moral, sino también una práctica terapéutica: cada vez que eliges ser honesto contigo mismo, refuerzas tu equilibrio emocional y psicológico. Como suele decirse hoy en día hasta la saciedad, te «empodera»: eres más tú.
Heridas invisibles: el papel de la epigenética
Más allá de la psicología, la epigenética ha demostrado que nuestras experiencias, emociones y decisiones pueden influir en la expresión de nuestros genes. El cuerpo recuerda. Las heridas no resueltas, los miedos y los patrones de auto-traición no solo se aprenden: también pueden heredarse.
La investigación científica ha mostrado que los traumas y el estrés prolongado dejan huellas químicas que pueden transmitirse de una generación a otra. Estas marcas influyen en cómo respondemos al miedo, a la frustración o al conflicto, condicionando muchas veces nuestra tendencia a replegarnos o sabotearnos, a veces sin que seamos capaces de hallar un porqué de manera consciente.
Afortunadamente, esas huellas no son permanentes. De la misma forma que el entorno y las emociones pueden activar genes de estrés, también pueden apagarlos. Experiencias positivas como el amor, la seguridad o la autocompasión (bien entendida) tienen la capacidad de revertir o modular esas expresiones. Cuidar de uno mismo, sanar vínculos y afrontar conscientemente las heridas pasadas no solo cambia la mente: puede transformar literalmente la biología.
Cada acto de amor propio —cada decisión de dejar de traicionarte— puede estar reescribiendo tu historia interna a nivel celular.
Nuevas terapias: del mindfulness a lo enteogénico
Superar la auto-traición no consiste en castigarse, sino en reconocerse. Por eso, además de las terapias psicológicas tradicionales, están surgiendo enfoques que integran cuerpo, mente y conciencia de una manera más amplia.
El mindfulness y la meditación enseñan a observar sin juicio. Practicar la atención plena permite escuchar lo que realmente sentimos, cultivar la compasión y romper el piloto automático del autoengaño.
Además, se ha comprobado que la meditación sostenida puede reducir marcadores biológicos de estrés e inflamación, y favorecer cambios positivos en la expresión genética. La mente serena también modula el cuerpo: meditar es una forma concreta de reprogramar el sistema nervioso y restaurar coherencia interior. Simplemente, focalizando nuestra atención en nuestra atención. Con esta aparente paradoja aprendemos a observar las reacciones del cuerpo o de la mente sin identificarnos con ellas. Y al hacer eso, ahondamos más en nuestra propia esencia.
Las terapias enteogénicas —como el uso controlado de psilocibina o MDMA en contextos terapéuticos— están mostrando resultados prometedores en casos de depresión, adicciones y estrés postraumático. Estas experiencias, acompañadas por profesionales, pueden abrir un espacio profundo de comprensión, donde la persona accede a partes de sí misma que normalmente mantiene ocultas.
En estos estados de conciencia ampliada, es común experimentar una visión clara y compasiva de la propia historia. Se disuelve la rigidez del ego, esa voz que repite “no valgo” o “no puedo”, y surge una nueva vivencia interior más auténtica y amorosa. En algunos casos, una o dos sesiones bien acompañadas y luego integradas sin prisas pueden producir transformaciones equivalentes a años de terapia tradicional.
Los psicodélicos, en este contexto, no son una escapatoria sino una herramienta para acceder a verdades internas. Lo esencial no es la sustancia, sino la intención: permitir que caigan las máscaras, mirar de frente lo negado y reconciliarse con la propia historia. De lo contrario, esta rama del autoconocimiento puede devenir en lo que tanto tememos: una nueva forma de evasión, la búsqueda de experiencias espirituales intensas pero superficiales.
Hacia la libertad interior
Reconocer dónde te has estado engañando suele doler, pero ese proceso de dolor libera. La psicología explica cómo romper el ciclo mental del autoengaño; la epigenética demuestra que el cuerpo puede sanar; y las nuevas terapias ofrecen caminos para reconectarte con tu verdad.
Todas coinciden en algo esencial: no se trata de cambiar quién eres, sino de dejar de fingirlo, para que emerja, de manera espontánea, tu autenticidad sepultada.
Superar la auto-traición es un acto radical de amor propio. Es elegir tu verdad aunque incomode, sostener tu palabra aunque tiemble y ser fiel a la vida que palpita en ti.
No hace falta empezar con gestos heroicos: basta con ser honesto contigo mismo y sentir de veras que: “me importo, me respeto, merezco ser quien realmente soy.”
Cuando aprendes a no traicionarte, nada ni nadie tiene poder sobre tu libertad interior. La persona que emerge de ese proceso ya no necesita esconderse de sí misma: es alguien íntegro, consciente de sus heridas y también de su fuerza. Y en esa coherencia, por fin, la vida se siente ligera, verdadera y profundamente suya.
Artículos relacionados
Cual es la mayor tontería y ridiculez convencional humana
Recibe al instante cada nueva entrada y material gratuito de valor




¡Absolutamente! Este artículo es una maravillosa guía para localizar la cueva donde dejamos escape a nuestra propia honestidad. Es gracioso cómo nuestro cerebro es tan eficiente en la ingeniería de excusas, convirtiendo la autenticidad en una especie de excursión turística que preferimos evitar. Pero, al final, la verdad es más reconfortante que cualquier disonancia interna bien gestionada. Simplemente, elegir ser fiel a uno mismo, aunque suene a tarea del colegio, es como dar un masaje terapéutico a tu propia psique. Y si la mente convencional no funciona, ¡bueno, siempre hay la opción de invitar a los psilocibina a la fiesta interna! La clave está en la intención: no huir, sino jugar a encontrarse.tải video Facebook
¡Qué titulación tan profunda! Esos pequeños actos de autocompasión son, sin duda, el mayor desafío. ¿Quién no ha justificado comportamientos contradictorios con disonancia interna? Es un sistema de excusas tan eficiente que casi parece una disonancia interna propia de la mente para no tener que afrontar la disonancia interna. Aunque el mindfulness suena bien, imaginar un piloto automático del autoengaño que se para a meditar es… bien, lo mínimo. Los enteogénicos, ¡qué idea! Es como pedirle a tu ego que se disuelva con un trago, ¡tan práctico! En fin, ser auténtico es la gran meta, ¡pero quién dice que sea fácil! Es más fácil traicionarse a uno mismo que a otro, claro.quay random
¡Absolutamente! Este artículo es como un manual de autoconocimiento con un toque de tu cuerpo recuerda todo, incluso las excusas. La epigenética explicando por qué heredamos la tendencia a sabotearnos es ciencia de verdad divertida. Y las terapias enteogénicas… ¡qué revolución! Es como un reset para tu ego con un poco de ayuda profesional. Aunque el mindfulness suena menos a méditation y más a intentar no engañarme a mí mismo mientras tomo café. La clave parece ser ser honesto, ¡qué emoción! Ser auténtico sin esfuerzo es lo mejor, ¡excepto cuando tu mente dice pero qué tal si me invento que soy un conejo? Superar la auto-traición, ¡una hazaña que ni Homero podría narrar sin un toque de humor!
¡Qué maravilla de artículo! Este es el manual perfecto para liberarnos de la disonancia interna, ese antiguo mapa que nos lleva a la autenticidad a sabiendas de que la ruta es incómoda. Jajaja, nuestro cerebro engañándose a sí mismo es un espectáculo cotidiano. La epigenética añade un giro biológico divertido: nuestras excusas parecen heredables, ¡una verdadera tradición familiar! Me encanta cómo el artículo señala que superar la auto-traición no es un acto de heroismo brando, sino solo ser honesto contigo mismo, como si fuera la solución más simple y a la vez más revolucionaria. La idea de que la autenticidad ya está dentro, esperando ser descubierta, es un alivio. Y lo de que nada ni nadie tiene poder sobre tu libertad interior si no te traicionas… ¡qué verdad tan cómoda y poderosa!